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Respecto del Presidente Piñera, entre otras personas que lo han caracterizado, un reconocido rector y destacado columnista, dice que su habilidad no está en la inteligencia política, sino en sacar ventaja. Una mediática doctora, devenida en candidata a constituyente, para la audiencia, lo analiza clínicamente para dar con un narciso.

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Negar la realidad también es mentir. Que no fue declarado reo por la estafa del Banco de Talca; que el encargo para ridiculizar en TV a Evelyn Matthei y sacarla de la competencia no fue de su autoría; que las multas pagadas a la Superintendencia de Valores y Seguros no fueron por usar información privilegiada; que ingresar a Blanco y Negro era por su alma colocolina, no por el requerimiento electoral de su candidatura, etc..

Cuando el discurso se aleja sistemáticamente de la verdad, se vacía y sólo quedan falsos argumentos, la apelación a otros atributos retóricos para lograr los propósitos.

La escena de Adriana Muñoz, Presidenta del Senado, hablando sola en un punto de prensa en La Moneda, agrava la falta del anfitrión, que por cierto, invitó.

A Piñera al parecer le preocupa lo que está y sigue pasando en la Araucanía, para lo cual se le ocurrió convocar a un amplio, generoso y efectivo -estoy replicando su retórica-, acuerdo político, que legitime las operaciones de control policial y militar en ese territorio. Se suponía, no con mucha consistencia, que la oposición suscribiría tal acuerdo; de lo contrario, para hacerlos pagar el costo político de tal negación, invitan a La Moneda a los representantes de otros poderes del Estado, donde vendría la opositora senadora. Al encontrarse con la negativa de Muñoz, es que su alma narcisa y poco considerada de formas y fondo, lo hizo mostrarse tal cual es, un político intransigente, que no es capaz de buscar acuerdos y menos liderar.  

Mención para el Ministro del Interior, quien tuvo la oportunidad para desligarse de su chapa de gestor municipal e instalarse con la de hábil político; no la vio o no le dio el cuero para intervenir. Si se quedaba en escena, dando validez a la invitación, no dejando sola a quien en representación de otro poder del Estado hacía uso de la palabra, se habría validado, de paso atenuado el costo de su participación en la expulsión de los inmigrantes venezolanos. Esa jugada lo excluía del juicio lapidario y automático, reflejado tras la acción torpe y misógina de Piñera; la obsecuencia no le permitió calibrar la situación y arriesgar una maniobra disonante.

El Estado Republicano, la Democracia Constitucional o de Mayorías, se vuelven de cartón cuando desde la política se encargan de depreciarlos. Si el presidencialismo se superpone a los otros poderes, por acción u omisión, estamos en una situación de vulnerabilidad. Así las cosas, los estados de excepción podrían determinar la agenda política; experiencia tenemos respecto del control social por la fuerza.

El Estado de Derecho se diluye cuando los derechos fundamentales de las personas están débilmente representados en la Constitución Política o cuando un acuerdo político puede vulnerarlos en nombre de la seguridad interior del estado, el bien común o lo que fuere.

Si no tomamos conciencia de qué implica ser ciudadano, deberes y derechos, no podremos aspirar a vivir en una sociedad donde la representación política se ajuste a nuestros intereses y menos, donde la política dignifique la función pública desde la credibilidad.

Como entona la salsa en Pedro Navaja, “maleante pescador, el anzuelo que tiraste, en vez de una sardina, un tiburón enganchaste”.

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