Sobre el amor gay y el día en que botaron mi paradigma a la basura

Sobre el amor gay y el día en que botaron mi paradigma a la basura

24 Mayo 2011

…Y que me comparen con ciertos fanatismos célibes religiosos lo encuentro de lo más preocupante. ¿Por qué habría de querer auto privarme de algo tan gratificante como el amor?

Federico de Mendoza >
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La semana pasada me junté a conversar por un proyecto personal con el Director de un colegio particular de Santiago, un respetado educador de primer nivel. Nos conocíamos hace un par de años desde que llegó a Chile, pero siempre a nivel profesional, no en conversaciones más personales. Y bueno, bien entrado ya en la reunión, me pregunta si tengo alguna polola, o amigas especiales. Yo le dije que no, que voy tranquilo por la vida. Luego me pregunta directamente si soy “medio gay”. Le dije que sí, para qué le iba a mentir. El Director se sorprendió mucho de mi respuesta, y con cara de impresión me confesó que lo dijo casi por broma.

Ya con mayor franqueza y comodidad, le dije que tampoco tenía pololo o amigos especiales y le comencé a explicar mi paradigma sobre la poca importancia de la pareja en mi vida, en virtud de cosas más nobles como la educación y la reparación de la sociedad, cosas con las que seguro les he dado la lata en reflexiones anteriores. Y empecé a decirle que no estaba ni ahí con perpetuar una pareja estable, con dedicar mi vida a ella y a una relación, sino que creía que tenía que construir mis propias cosas en la vida que la llenaran de sentido, las cuales iban a estar ahí donde las parejas van quedando.

Yo esperaba, sobre todo desde un educador, por lo menos un reconocimiento a mi noble causa, e incluso una felicitación. Pero recibí todo lo contrario. El Director, con una mirada de profunda extrañeza, me dijo que todo lo que yo decía le sonaba como a un sacerdote católico, casado con su causa y con D-s. Que la capacidad de amar era lo más maravilloso que existe en el hombre, y que privarme de ella es auto castigarme de ante mano. Que tenía que sí o sí buscar un hombre con quien desarrollar ese amor, materializarlo en una relación a lo largo del tiempo, y juntos dedicarnos a otras causas como la educación y cambiar la sociedad. Quedé plop.

Simplemente me descolocó. No sabía que responderle. Sentía que mi visión era una de esas verdades que se comienzan a predicar para en realidad justificar ciertos hábitos, o mejor dicho, la falta de algunos. Como cuando decía hace tiempo que no creía en la fidelidad, inconscientemente justificando el hecho de que era incapaz de ser fiel, de decir que no. Y también me pasó con el deporte, hace un par de años, cuando repetía que ir al gimnasio era cosa de tontos, que cada caluga que alguien sacaba eran varios libros que no se habían leído. Así justificaba mi incapacidad a ser disciplinado, hasta que un día descubrí lo rico que puede ser salir a trotar.

Y ahora, como he sido incapaz de formar una relación con otro hombre en el largo plazo, me justifico diciendo que el amor entre hombres simplemente es poco probable, así que para qué el esfuerzo. Es elegir el camino fácil, no jugármela por nadie. Ahora que lo veo con la óptica del Director, es harto más básica y derrotista mi visión. Y que me comparen con ciertos fanatismos célibes religiosos lo encuentro de lo más preocupante. ¿Por qué habría de querer auto privarme de algo tan gratificante?

No sé si el ser humano esté hecho para vivir en pareja, como si eso fuera lo que le da mayor sentido. Creo que más sentido da vivir en comunidad. Pero por lo menos por ahora, quiero creer que es algo bueno. Seguro hay algo en mí que tengo que entregar que no es para mis amigos, ni para la familia ni para la sociedad, ese algo que es exclusivamente para alguien a quien se ama como a una pareja. Hace ya varios años que no me siento profundamente enamorado de alguien. Al final, el amor debe ser el tema más transversal de toda la humanidad.

Creo que no es menor el momento de mi vida en que me lo dicen. Hace unos años no me habría hecho sentido. Habría pensado que las relaciones son prescindibles, que el sexo casual es suficiente. Pero ya cumpliendo los últimos años de mis veintitantos, y buscando más sentido en las cosas que hago, el sexo como deporte ya no basta. No sorprende. Tiene que haber algo más.

Y así me dejaron, cómo que sigo pegado en la conversación, en el segundo en que sentí que en algún momento de mi vida me había comenzado a mentir con respecto al amor, seguro a raíz de un cúmulo de malas experiencias. Pero bueno, la terapia continúa. Las columnas también. Tendré que estar más atento. A ver cómo me va.