Repensar nuestro Temuco

Repensar nuestro Temuco

05 Marzo 2012

Es menester en esta hora en la que nos sentimos llamados a encontrarnos con las raíces hacer todos los esfuerzos posibles para elaborar un relato histórico que dé a conocer a la gente lo que le pertenece: su historia, su esencia, su identidad. Por Diego Vrsalovic.

Diego Vrsalovic >
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Hace algunos días, se cumplieron 131 años desde que, en medio de una sangrienta guerra dentro de un territorio arrasado, se fundó en medio de una roblería rala la actual capital de La Frontera. En su honor, hubiese querido -tal como ocurrió para las fiestas de 18 de septiembre-, elaborar una breve reseña de la historia de la ciudad en la que contara sus aspectos conocidos y los que dan sabor a los acontecimientos.

Les podría haber contado sobre el horror de su fundación y haber contribuido a la desmitificación de sus personajes más connotados, como el valiente Trizano o el heroico Recabarren. Podría haberles comentado sobre lo terrible que fue aquel incendio de 1908 y la difícil labor de la prensa en aquellos años terribles en que salías muerto si denunciabas los delitos de la autoridad. Pude haber lanzado datos tan insospechados como que la familia más poderosa -desde las relaciones de poder e influencias- era la Fourcade Magofke.

Pero nada de eso puede ser posible hoy. Hay un vacío gigantesco entre 1927 y 1980. Entre esos años no pasó nada.

Abogando por una historia de conocimiento popular y por la devolución de los hechos históricos a la gente por medio de relatos que los lleven a conocer más aun de lo que está escrito, vuelvo a declarar que es culpa de nuestros historiadores comunales y regionales el encontrarnos en esta situación vergonzosa: celebrar 131 años con más fuegos artificiales que con una historia por todos conocida.

Es menester en esta hora en la que nos sentimos llamados a encontrarnos con las raíces hacer todos los esfuerzos posibles para elaborar un relato histórico que dé a conocer a la gente lo que le pertenece: su historia, su esencia, su identidad. Hago un público llamado a todos los que trabajan en el oficio de historiar a que dejen de obnubilarse con los fuegos de artificio y elaboren una historia más cercana a la gente.

Durante las próximas semanas, Temuco también conocerá a través de algunas columnas en este medio, nuevas miradas sobre la historia de la ciudad. Ese será un pequeño presente en estas trece décadas de vida.