Recuerdos de 1978: Mi amigo Mardones

Recuerdos de 1978: Mi amigo Mardones

16 Noviembre 2020

Mi amigo es Pedro, quien tuvo que cambiar su apellido porque su padre obrero le dijo un día “yo soy un hombre pobre y lo único que tengo es mi apellido, no use mi nombre para escribir, hijo”.

Maria Soledad C... >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

Llegamos a Quintero de vacaciones, como siempre el primero de febrero, a la misma casa que mamá arrendaba todos los veranos. Bajamos al pueblo con mis hermanos. Olivia prefirió mirar el mar, desde el acantilado.

 Te puede interesar: La Penélope de la Plaza: El inexorable paso del tiempo

Caminamos por una feria artesanal que está cerrando. Casi todos los puestos están con la luz apagada, otros terminando de guardar, pero uno estaba rodeado de gente joven, con las luces prendidas. A medida que nos acercamos, se escucha una voz que declama “He visto las mejores cabezas de mi generación, destruidas por la locura, muertas de hambre…” mi hermanos y yo nos miramos y yo sigo con el poema de Ginsberg… “Histéricos desnudos, arrastrándose por los barrios negros en la noche buscando la ferocidad de un coito”... La pequeña nube de personas se abrió, mientras declama el poema, alguien los espanta uno a uno con un plumero. Era un muchacho alto, con el pelo largo, vestido de negro y flaco. Parece un torbellino cerrando ese puesto fantástico lleno de plumas, piedras, bolas de vidrio, cartas de tarot, libros, poemas en cajitas, nudos de horcas, etc. “Hola, esto es mágico” dice y nosotros lo sabemos.

Es mil novecientos 78. Estamos en dictadura. Estamos en Quintero. Estamos en una zona militarizada y estratégica. Somos jóvenes, estamos felices de conocernos y nos vamos a beber. Nos sentimos enamorados un poco de este ser, divertido, nos declama poemas suyos, hablamos y nos reímos hasta que se acerca el toque de queda. Nos despedimos hasta mañana.

Así nos hicimos amigos. Yo lo voy a buscar todos los días. Le pregunto por qué vende horcas, me dice con voz teatral que un día se quiso matar y no tenía gas, cortarse las venas era poco estético, igual que tirarse del quinto piso, “me ahorco” se dijo así mismo, ya que no tengo dinero para comprar pastillas. Toda la noche intentó hacer un nudo y no pudo, decidió vivir y vender nudos para suicidas, en zonas militares (Para ayudar a la matria linda).

Mi amigo es un poeta, se llama Pedro Mardones, quiere ser abiertamente gay. Quiere que todos se sientan orgullosos de ser gay. Quiere amar a la luz del día. Quiere poder besar a su amor, a cualquier amor en la plaza del barrio, en la playa de las conchitas, en la playa de estacionamiento de un supermercado, quiere luchar contra la dictadura y  “que su voz de marica se escuche detrás de la barricada, gritando y va a caer”. Mi amigo es Pedro, quien tuvo que cambiar su apellido porque su padre obrero le dijo un día “yo soy un hombre pobre y lo único que tengo es mi apellido, no use mi nombre para escribir, hijo”. Mi amigo es Pedro Lemebel.