Opinión: Este Sernam, no

Opinión: Este Sernam, no

09 Enero 2012

Pero tal vez una de los retrocesos más graves ha sido la pérdida de peso político del SERNAM y su rol coordinador de políticas para el conjunto del Estado. 

Observatorio Gé... >
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El Servicio Nacional de la Mujer nació para asumir la difícil tarea de generar y coordinar políticas públicas destinadas a cambiar la condición de las mujeres chilenas en al menos tres planos: la igualdad con los varones, el fin de la discriminación por género y empoderamiento de las mujeres. Para ello debía impulsar cambios legislativos, políticas y programas para sectores específicos, pero sobre todo, instrumentos que instalaran la igualdad y la no discriminación como objetivo de todas las políticas, de forma transversal.

Existe consenso en que entre 1990 y 2010 hubo avances significativos, que cambió definitivamente el lugar de las mujeres en la sociedad y la cultura. Se instaló en el sentido común y en los discursos públicos el rechazo al machismo y la discriminación, se elevó decididamente la participación laboral femenina, porcentajes crecientes de mujeres accedieron a cargos de gobierno, proceso coronado con la elección de Michelle Bachelet en la Presidencia de la República.

La llegada del Presidente Piñera marcó un punto de inflexión en ese proceso y a dos años de gobierno tiene poco que mostrar. Más allá de la aprobación de la ley que amplió el postnatal, la participación de mujeres en cargos de gobierno se ha reducido en todos los ámbitos (sólo 18% en el gabinete) y el SERNAM está lejos de cumplir con los objetivos para los que fue creado.

Entre los retrocesos señalados por expertas y dirigentas sociales está el cambio de foco del quehacer del SERNAM: desde las mujeres en tanto sujetos de derecho autónomas, a las “mujeres madres” sujetadas a la familia y los roles tradicionales. Por ejemplo, hoy día su portal da cuenta de la campaña “Mujer y maternidad”, informa sobre el “Nuevo postnatal” y sobre el cierre del Programa “Mujer Emprende en Familia”. No se menciona ninguna acción que apunte a los derechos reproductivos de las adolescentes, derecho a la información y a la anticoncepción, como establece la ley, de modo de evitar los embarazos no deseados a tiempo, antes de tener que atender a adolescentes que no pudieron evitarlo.

El impacto mediático de las campañas y actividades de la Ministra parecen más importantes que los resultados y efectos de dichas acciones sobre la situación de las mujeres. Es el caso de las campañas contra la violencia, bien evaluadas por los expertos en marketing, pero sin resultados medibles. No es posible afirmar que las campañas “Maricón es el que le pega a la mujer” y “Maricón 2.0” han reducido la violencia y el femicidio, cuando semanalmente los medios dan cuenta de horribles crímenes contra mujeres.

La positiva evaluación de la Ministra –79% entre el 54% que declara conocerla- parece influir más en la agenda del SERNAM que las situaciones de discriminación que se arrastran y renuevan. Por ejemplo, el caso de las trabajadoras de casa particular, que luchan por el Convenio 189 de la OIT que establece la jornada de 8 horas; o las trabajadoras agrícolas temporeras gravemente afectadas por la propuesta de ley de Estatuto Laboral Agrícola; o la falta de apoyo a la ley de representación equilibrada de hombres y mujeres en el acceso y ejercicio de cargos de elección popular o la despenalización del aborto terapéutico.

Pero tal vez una de los retrocesos más graves ha sido la pérdida de peso político del SERNAM y su rol coordinador de políticas para el conjunto del Estado. Su inclusión en el Ministerio de Desarrollo Social es problemática: la misión del  SERNAM –centrada en la igualdad- hace inconveniente su ubicación en este Ministerio destinado a las políticas hacia la pobreza, porque reduce a las mujeres a “grupo vulnerable” y sólo las ve en su rol de intermediarias de los programas de mitigación de la pobreza, y como un agente disciplinador de las familias.

Finalmente, el país ha retrocedido cada vez que el SERNAM ha sido débil en la censura y rechazo al sexismo, el machismo y la discriminación de las mujeres, y las mujeres han dejado de ver en el SERNAM una institución que las empodera. Resulta una ironía que al cumplir éste 21 años de existencia, quien es responsable en el gobierno de promover a las mujeres cuestione por “poco simpática” a la líder juvenil más importante de Chile y América Latina, reconocida como figura internacional, Camila Vallejo. El país reconoce sus aportes y valora sus cualidades de líder juvenil que propone cambios profundos para construir una patria justa y sin discriminación. Este SERNAM no.

 

Teresa Valdés E.

Observatorio de Género y Equidad