Buenas conversaciones, buenos futuros
Navidad: Al Viejito Pascuero se le están olvidando de otros viejitos
Navidad: Al Viejito Pascuero se le están olvidando de otros viejitos
José Olivares C... >
authenticated userEn Navidad recordé una tierna historia familiar que me gustaría compartir. Era una calurosa tarde de Diciembre, una típica víspera de Navidad en que todo es movimiento, carreras por terminar de comprar regalos para los seres queridos, luego comenzar a preparar la cena de noche buena, ¡interminable! Algo molesta, Rosa me comunica que no ha podido encontrar un viejito pascuero para entregarle la bicicleta a Pepito, nuestro hijo mayor de sólo 6 años. La única solución era entregársela a las 5 de la tarde, horario que disponía papá Noel.
Así llegaba la hora en que el viejito pascuero, a una cierta distancia y en presencia de Pepito, dejaba el regalo que tanto había deseado: “¡Mira Mamá! ¡Mira Papá! ¡El viejito pascuero me ha traído una bicicleta! Con Rosa y algunos trabajadores que estaban en aquel momento compartimos su emoción y corrimos a ver su hermoso regalo mientras le conversábamos que debería seguir portándose bien para que el año próximo el viejito volviera a visitarlo.
Volvimos a nuestros quehaceres en la casa, pero Pepe mostraba algo de incredulidad, su mirada lo decía todo: -Pepe por fin exclamó: “¿De verdad existe el viejito pascuero o eres tú con mamá quien compra los regalos”. Había llegado el momento de contestar esta interrogante a nuestro hijo, pero, a pesar de haber transcurrido 6 años, no me encontraba preparado para darle una respuesta que terminara con una de las fantasías mejor preparada por millones y millones de personas. Hice desviar el tema preguntándole: “¿Qué crees tú Pepe?” “Papá –me respondió- creo que bien pueden ser las dos cosas, ustedes la compraron, pero también puede haber sido el viejito pascuero quien me trajo el regalo”.
“Parecía ser un respuesta muy razonable a su edad” –exclamé. Pepe, siguió terminando su respuesta:“soy feliz con cualquiera de las dos cosas, si fueron ustedes bien, si fue el viejito pascuero, bien también”. Ante esto me tranquilicé, porque cualquier verdad que descubriera, ya la iría aceptando con mayor naturalidad, por lo que algo temeroso, aún, le conté que éramos nosotros quien le comprábamos los regalos. Lo único que le pedíamos es que fuera un secreto entre él y nosotros, sus papás necesitan esa magia por ahora que debían creerla su hermanita y sus primos.
Pepe se sintió grande, la fantasía de la Navidad había terminado en él, pero nos dimos cuenta que saldría de él, un muy buen hijo: “De acuerdo papá”, -dijo Pepe con mucho orgullo, porque habíamos confiado en él. Toda esta conversación la teníamos en el comedor, pero él seguía sin moverse. ¿Algo más quieres saber hijito?
-Si papá, ¿mis abuelitos saben que no existe el viejito pascuero?, porque siempre están diciendo:“Parece que el viejito pascuero se olvidó de nosotros nuevamente y no nos trajo la salud que le pedimos el año pasado”.