La realidad es un caos: ¿Qué contará la Historia de estos tiempos?

08 Enero 2021

En toda esta maraña de situaciones y cuestionamientos, solo dos cosas persisten en su claridad: primero, que la historia no es una sucesión de hechos lineales y progresivos, y segundo, vale más la retórica que los hechos.

Carla Novak >
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Desde hace un poco más de un año nos hemos visto abrumadxs por la cantidad de acontecimientos en el espacio de aquello que llamamos lo social, que han afectado en mayor o menor medida aquél ámbito que llamamos personal.

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Desde el estallido social a la pandemia, desde el cambio climático al 7% de aprobación de Piñera, desde el patético espectáculo de los fascistas seguidores en Trump en el Capitolio al divorcio de la Kim Kardashian con el Kanye West, y entre medio el 10%, represión policial, la muerte de Maradona, la nueva cepa, los cuicos y sus fiestas de año nuevo en Cachagua, la legalización del aborto en Argentina (una buena), la detención de Carlos Méndez González, el veredicto de la sentencia al asesino de Camilo Catrillanca, las vacunas, los antivacunas, el segundo 10%, las acusaciones a Florcita Motuda, que la fase 1, que la fase 2, que la fase 3, Free Britney, permisos de vacaciones, Elon Musk llegando a ser la persona más millonaria del planeta, el tercer 10%, y así podría seguir enumerando durante párrafos y párrafos.

Y mientras tanto la lista de políticos queriendo ser constituyentes crece cada día, desde los que renuncian a cargos públicos hasta aquellos que se opusieron férreamente a una nueva Constitución, en detrimento de las postulaciones independientes y las voces más cercanas a las realidades del país.

Entre todo eso, unx, no sabiendo qué tanto enojarse, preocuparse, interesarse o actuar. Cómo diferenciar lo grave y lo urgente de lo superficial y lo que no vale la pena (incluso, ¿es necesario hacer esa diferenciación?). La vieja discusión del grado de impacto de nuestras posturas y acciones, al menos en lo individual. Y todo se presenta medio como una nebulosa de hechos, en donde de vez en cuando las policías morales del acontecer te interpelan a tomar posición, diciéndote qué actitud tomar de acuerdo a tu clase social, tu nivel de disidencia, la minoría a la que perteneces o tu nivel educativo. Y a veces te detienes y haces algo, y a veces te detienes y no haces nada, y a veces solo lo dejas pasar.

En toda esta maraña de situaciones y cuestionamientos, solo dos cosas persisten en su claridad: primero, que la historia no es una sucesión de hechos lineales y progresivos, y segundo, vale más la retórica que los hechos.

El 2020 (y lo que llevamos del 21) es una muestra de que los diversos acontecimientos que luego agrupamos en algún orden sucesivo inventado, se presentan de modo caótico, las causalidades y consecuencias se nos pierden en un horizonte nublado por el humo de todo lo que se ha quemado. Y lo que cuente La Historia sobre estos tiempos, serán acomodaciones y conveniencias de las narrativas dominantes de turno, ya sea el Estado, la academia, las iglesias o la elite financiera: solo con la distancia de un tiempo transcurrido se puede entender y dar orden a lo que aconteció, dicen. A fin de cuentas, lo importante es lo que se cuenta. Narrar, contar lo que pasó es muy complejo, querámoslo o no, siempre hay una selección, una edición, toma de posiciones y perspectivas (lo cual no es algo malo per se, estar posicionados es algo inevitable). La realidad es contradictoria y amigarse con esa idea es muy difícil, sobre todo si queremos contarlo.

Lo que me parece interesante de estos tiempos es que nos empezamos a dar cuenta que no solos lxs humanxs narran. El planeta, aquello que llamamos naturaleza, nos cuenta a gritos sobre la devastación provocada por la humanidad y su progreso (imagino que cuando la sordera generalizada desaparezca, ya será demasiado tarde). Porque he allí otro mito de la historia, no estamos yendo a ningún destino, el progreso es un caballo de batalla del capitalismo para hacernos creer que vamos a estar mejor, cada vez mejor, y en su nombre arrasar con todo aquello que se oponga porque el progreso tiene costos. Pero lo cierto es que no hay progreso, ni sucesivo ni dialéctico. Esa idea solo ha servido para engordar unos pocos bolsillos. No quiero decir aquí que no hay posibilidad de “mejoría” futura, solo que sería bueno al menos imaginar alguna forma que no se lleve puestas las diversas formas de vida.

En fin, supongo que la idea de un “gran relato” que nos “haga justicia” a todxs vive en los terrenos de lo imposible. La Historia solo pretende describir procesos y darles cierta coherencia, no es allí, quizás, donde deberíamos buscarnos. Para no extenderme, recomiendo Sobre el concepto de Historia de Walter Benjamin, que viene de perilla, considero, para el proceso constituyente; y Seguir con el problema de Donna Haraway para considerar la importancia del ejercicio del relato (a ver si también nos reencontramos con la tradición oral chilena y latinoamericana). *El de Benjamin se encuentra en PDF y el de Haraway, solo algunos capítulos pero son suficiente para este tema.

Dejaré pendiente para una próxima columna el segundo tema, el que los hechos no valgan. Se ha escrito y dicho mucho al respecto pero me gustaría compartir algunas ideas. Ambos temas son muy complejos y extensos, no es mi intención abrumarlxs, ya tenemos demasiado con el acontecer.

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