La mala fama de los números: Matemáticas CONCEntido

27 Julio 2020

Conozco a muchas personas que no le gustan las matemáticas ¿por qué? muchas respuestas… “¡Es que no se me da!”, “¡Tengo mala base!”, “tuve un mal profesor, era muy aburrido”, en fin. Las respuestas son válidas, pero en el fondo no son tan ciertas.

Cristian Herrera >
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Las personas manejan muy bien las matemáticas según el contexto y las van entendiendo cuando le dan un sentido personal. Podemos darnos cuenta, al momento de comprar algo, en como nuestro cerebro actúa como un optimizador, donde existen variables e intervalos, transformando una simple compra, en una ecuación de primer grado desarrollada en milésimas de segundos.

La clave para entender las ciencias que utilizan las matemáticas es darle un sentido práctico, transformarlo en una experiencia dentro de un buen relato y quizás sea esa la razón del porque le entendemos más a uno que a otro profesor, siendo que es el mismo contenido… “¡Este profesor es más entretenido!”, “¡Da ejemplos prácticos, me gusta más!”

Entender fenómenos naturales como la meteorología, mezclada con la física y la matemática, se torna un poco atormentante y para las y los que no son amantes de los números, quizás pondrían una cara de desconcierto, al leer esas tres palabras tan complejas en una sola oración.

El saber si una tormenta se aleja o se acerca a nosotros nos podría salvar la vida y los tópicos mencionados anteriormente tienen mucho que decir para salvarnos.

“¿Se puede calcular a cuanto estamos de una tormenta sin calculadora?” Podría ser la pregunta desafiante con que inicia un profesor una clase para explicar estas temáticas tan complejas … Y la respuesta es sí, sí se puede.

Concepción es una ciudad donde la lluvia y los cambios meteorológicos son pan de cada día, la llamamos “Tropiconce” por lo variado del clima, ya que el penquista puede amanecer con un imponente sol y por la tarde estar resguardados bajo una imponente tormenta.  Aquí es donde podemos darle el contexto útil y cotidiano a la meteorología, la física y a la matemática.

Cuando estamos presentes a una tormenta eléctrica, lo primero que debemos hacer es contar los segundos que transcurren desde que vemos el destello del relámpago, hasta que escuchemos el estruendo del trueno. Con este dato, realizamos el siguiente cálculo: Al número de segundos que contamos desde que vemos el relámpago hasta que escuchamos el trueno lo dividimos por tres y nos va a proporcionar la distancia en kilómetros a que estamos de la tormenta. Si repetimos este cálculo en cada relámpago podemos sacar la conclusión de que, si cada vez el resultado es menor, la tormenta se nos está acercando cada vez más y si aumenta, la tormenta se aleja y estaremos fuera de peligro de que nos ¡parta un rayo!

La explicación es que la luz y el sonido no viajan a la misma velocidad. La luz viaja aproximadamente a 300.000 km/s y el sonido a 340 m/s. Estos datos son insumos para darnos una idea cercana del cálculo de la distancia a la que estamos de una tormenta.

Por ejemplo, si el espacio de tiempo que hay entre que se ve el relámpago y el sonido del trueno es de 15 segundos, estarás de una distancia de la tormenta de 5 kilómetros. ¡Ojo y oído! Que, si ves el relámpago y escuchas el trueno a la vez, la tormenta esta sobre ti.

Y así, estamos en medio de números y... no fue tan aburrido, ¿cierto?