La cultura del oficio v/s la cultura profesional

La cultura del oficio v/s la cultura profesional

15 Julio 2012

¿Como han influido las universidades y los profesionales en el crecimiento economico historico de Chile?

Walter Herrera ... >
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Chile ha crecido y ha vivido una de las economías más solidas de Latinoamérica y el mundo, durante los años 1986 y 1999 el promedio de crecimiento alcanzo el 4,6% superando la media continental y la mundial que estuvo cerca del 1,0%. Durante el 2005 el promedio se sostuvo en un histórico 6,3% y el 2010 se mantuvo en un 5,3%.

Si tuviésemos que analizar estos decidores datos, tendríamos que traer a la discusión temas como capital extranjero, ingreso per cápita, recursos naturales, gobiernos, privatización, etc. Temas que nos llevarían a entender de manera holística toda la solidez de una de las mejores economías del mercado internacional.

A la luz de este gran crecimiento podemos argumentar que cuando hay crecimiento económico, es porque hay trabajo hecho por fuerzas humanas que entregan el sustento para crear estas  riquezas. Sin lugar a dudas estas fuerzas humanas están distribuidas en todo el país y quienes más aportan a este crecimiento son la mano de obra.

Otro dato histórico importante es considerar que los profesionales en Chile se masificaron hace muy pocos años, cuando los gobiernos se preocuparon de mejorar la cobertura de la Educación, y no fue sino hasta el histórico discurso del presidente Patricio Aylwin el 21 de mayo de 1991, cuando anunció que la Educación seria el pilar fundamental para el desarrollo.

La Educación a la que se refería el presidente Aylwin a sido una Educación mercantilizada y preocupada de los resultados y no de tener buenos procesos de aprendizaje, con esto Chile se ha llenado de estudiantes que se desviven por tener buenas calificaciones sin importar lo que eso cueste, haciendo común algunas practicas como trasnochar, beber café con coca-cola, usar drogas que aumentan la memoria, todas practicas que solo dañan el sistema nervioso central, sistema que permite la generación del pensamiento.

 No importa el qué y cómo aprendí, sólo importa obtener un 5,0 y si la suerte acompaña un 6,0 o un 7,0.  Luego una despampanante celebración si todo anduvo bien con mucho alcohol y drogas, y así, 5 o 6 años de la vida produciendo números convertidos en calificaciones. Finalmente obtenemos profesionales graduados con millones de neuronas muertas y con entrenamiento para obtener buenos resultados sin importar cómo, viviendo una vida de competencias.

Contrario a esta realidad, existe una masa importante de personas en nuestro país,  que no han conocido ni han experimentado las aulas de las instituciones que concentran la universalidad del conocimiento del saber científico, como son las universidades, pero que sin embargo desarrollan labores  trascendentales para seguir sustentando con solidez la gran economía de Chile que crece y crece.

Tejedoras, albañiles, pescadores, mineros, obreros, dueñas de casa, carpinteros, pequeños empresarios, todos oficios aprendidos por herencia, por gustos, por amor a la familia, por dedicación propia, sin títulos profesionales, solo amantes de un oficio, que no han consumido ningún Mentix, y que en el caso de las tejedoras cuando se equivocan en un punto de una bufanda, sin dudarlo deciden desarmar y volver a tejer, punto por punto.

Sin lugar a dudas, nuestra gente, la gente de los oficios, es el mayor sustento de nuestro crecimiento, ya que no han vivido preocupados de ser alguien en la vida (profesionales) y alimentar sus intereses personales, sino que ellos “son alguien en la vida”, tienen nombres y no ocupan apodos para presentarse;  como medico, pedagogo, ingeniero, abogado, sociólogo, etc.

A esta parte de la sociedad, que ha vivido bajo la cultura de los oficios y quienes son los que realmente sustentan nuestra economía, Chile le ha pagado con deudas, malos sueldos, burlas y burocracia. Chile ha crecido a costa de una sociedad trabajadora empobrecida.

Esto es un reconocimiento a Don Pedro, a la señora Rosa, a don Juanito, a la señora María, a don Héctor, a la señora Marisol, a don Luis.