Jóvenes y Participación Político/Social

Jóvenes y Participación Político/Social

07 Julio 2020

¿Está la juventud interesada en la realidad político/social de nuestro país? Una mirada apresurada podría sostener que no, que su escasa participación electoral y su percibible desconfianza y crítica hacia la institucionalidad lo demostraría. 

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Por: Claudio Peña

Agrupación Kallfupamu, integrante Consejo Territorial Araucanía “Ahora Nos Toca Participar”

¿Está la juventud interesada en la realidad político/social de nuestro país? Una mirada apresurada podría sostener que no, que su escasa participación electoral y su percibible desconfianza y crítica hacia la institucionalidad lo demostraría. Pero ¿Es reducible el interés y la participación política a la cuestión electoral? ¿Esa misma desconfianza y perspectiva crítica no son, acaso, una postura política?

Basta una simple revisión de la historia reciente de nuestro país para observar el alto nivel de interés e impacto que los jóvenes han demostrado en el escenario social. La revolución pingüina de 2006, el movimiento estudiantil de 2011 y su protagónico rol en todo el proceso del Estallido Social, son algunos botones de muestra.

Y efectivamente hay escepticismo, desconfianza y baja valoración hacia un sistema político que se dice representativo pero que no representa, hacia una propuesta de vida colonizada por lógicas económicas y de productividad, hacia instituciones que reproducen mecanismos de control y normatividades añejas; y un largo etcétera. 

Hay, en el fondo, un problema de sentido. Una idea interesante desde la cual podría interpretarse esta situación es la de anomia, clásicamente entendida como un estado en que la ausencia de normas claras impide la estabilidad social. Estas normas no refieren a leyes ni reglamentos, sino a valores cardinales que sostienen una sociedad completa (como la igualdad ante la ley o los Derechos Humanos, entre muchas otras). Cuando estos valores se quiebran, diluyen o desaparecen, con ellos desaparece también la confianza y la legitimidad y, en su lugar, como un triste y gris residuo, se instalan la incertidumbre, la rabia, el miedo y, en definitiva, el sinsentido. Ésta, más allá de ser una categoría sociológica, es una realidad que se sufre. 

Ahora bien, la anomia también puede tornarse en una posibilidad de cambio, en un motor que movilice nuevas ideas, prácticas y relaciones humanas, de – como diría Jean-Marie Guyau – autonomías que no son las de una referencia a unas normas constituidas, sino abiertas a una creatividad posible.

En términos político/sociales – y sin desconocer la enorme variabilidad interna de este grupo – creemos que la juventud chilena ha sabido hacer de esta anomia, en importante medida, una posibilidad creativa, incorporando perspectivas críticas cargadas de propuesta y participación, mérito mayor teniendo en cuenta que hemos nacido y crecido en un mundo profundamente individualista.

Entonces, ante la pregunta inicial “¿Está la juventud interesada en la realidad político/social de nuestro país?”. Definitivamente si. Y la fuerza de este interés la podemos apreciar, por ejemplo, desde un (aparentemente) inofensivo meme o comentario en la web (el nuevo ágora de la vida moderna), hasta la participación activa en organizaciones y movimientos sociales.

Esto no quiere decir, sin embargo, que los esfuerzos por promocionar la participación ciudadana, especialmente entre los y las más jóvenes, sea un objetivo ya conquistado. Todo lo contrario, desde Kallfumapu, que precisamente es una organización juvenil, creemos que se deben redoblar los esfuerzos, con acciones concretas, siempre en miras de lograr que la mayor cantidad de personas se incorporen voluntaria e informadamente a la participación en el espacio público, sobre todo en el escenario actual enmarcado dentro de un proceso constituyente. Hemos comprobado, en este sentido, que los buenos resultados llegan de la mano de la constancia, puestas al servicio de estrategias específicas de trabajo, enmarcadas en la comunicación significativa, la información responsable y la educación; y posicionados siempre desde un afán honesto y horizontal. Para esto, el diálogo y las alianzas – como, en nuestro caso, con el proyecto Ahora Nos Toca Participar y otras organizaciones de la sociedad civil – se vuelven cruciales, pues permiten avanzar integrando voluntades y retroalimentando experiencias.