El valor del “por qué”: La desobediencia que debemos permitir

17 Septiembre 2020

¿Cómo rompemos esa cadena de autoritarismo transgeneracional? Por más conscientes que estemos y sepamos que no debemos imponer, fuimos criados así, condicionados a serlo también, aceptando que a veces la razón no es suficiente. Parece que debemos analizar lo que nos hace sentir este tema.

Matías Chávez >
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He sentido el autoritarismo en todo su esplendor después de preguntar simplemente el “por qué” de las cosas, cuando lo he hecho es para saber qué hay detrás de eso que me piden, para poner en práctica mi pensamiento crítico o simplemente para darle sentido al esfuerzo que implica hacer lo que se me pide.

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Muchas veces me encontré con respuestas como “Porque soy tu mamá/papá”, “porque soy adulto”, “porque soy tu profesor y aquí mando yo”, “porque yo lo digo”, “hazlo, debes obedecer”. Cada pregunta es una inquietud, un desequilibrio en esencia y dependerá de la respuesta que se nos dé para que logremos un nuevo bienestar.

La obediencia es lo opuesto a la curiosidad por aprender, el autoritarismo mata lo genuino con que todos nacemos y cohíbe lo importante de cuestionarnos las cosas tanto para sobrevivir, para nuestro crecimiento, para saciar necesidades lógicas/emocionales, para autoconocernos, etc. (y este etcétera sí que es infinito).

¿Cómo rompemos esa cadena de autoritarismo transgeneracional? Por más conscientes que estemos y sepamos que no debemos imponer, fuimos criados así, condicionados a serlo también, aceptando que a veces la razón no es suficiente. Parece que debemos analizar lo que nos hace sentir este tema.

Yo propongo implementar la pregunta ¿por qué? Antes de empezar tu clase, previo a pedirle a uno de tus hijos que haga algo, prepara el fundamento explicándoles la razón, si no tienes una respuesta lógica, dicha instrucción huele a autoritarismo. Claro, muchos dirán no hay tiempo en lo cotidiano para andar pensando tantas veces al día en la pregunta ¿por qué? y tendrían toda la razón, pero esa puede ser una de las grandes justificaciones de la falta de compromiso de niños y jóvenes, de dificultades vinculares, de rebeldía explosiva. No tratarlos con alteridad (respeto por el otro) en sus diferentes dimensiones es una bomba de tiempo que explota en la cara.

De pronto recuerdo que el sistema educativo chileno sacó casi de raíz las horas de Filosofía y en esencia, esta rama es una máquina de los "por qué". Eso nos deja la gran e incómoda misión de responder con información suficientemente lógica para lograr un nuevo equilibrio racional en las personas. La Filosofía es una complicación para el autoritarismo y eso se ha demostrado en las familias, en el sistema educativo, en todo espacio que cree que los adultos y las jerarquías mandan.

Nietzsche, el reconocido filósofo alemán publicó su obra maestra “Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie” (1883) y en su capítulo “De las tres transformaciones” propone una hermosa metáfora: Todos seremos camellos, pues en la infancia debemos obedecer porque nos mandan. Todos seremos leones, en la adolescencia aprenderemos a rugir, el mundo escuchará nuestras quejas con mucho rigor. Luego de ello seremos niños, serenos con un equilibrio emocional y racional.

No puedo dejar de pensar en que el León, aburrido de la opresión, desenfunda un sinnúmero de por qué, que ni siquiera había sentido la necesidad de preguntar cuando era Camello. Empezar a ser León es un desequilibrio racional y emocional y le pide al mundo explicaciones suficientemente convincentes a mis inquietudes. ¿Pero qué pasa cuando el Camello sufrió de autoritarismo? ¿Cómo un adulto se lo explica al León? Parece que se crían Camellos sin saber que serán Leones, sin entender que el Camello, aunque no pregunte, merece explicaciones, el sentido básico de alteridad. Y así, con tantos obstáculos, ¿cómo llegaremos a ser los niños que merecemos?

Emanciparnos de la herencia transgeneracional del autoritarismo es el deber contemporáneo, esta todo dado, solo debemos empezar a reflexionar sobre ello.

¿Y tú, te has sentido Camello? ¿Te has sentido juzgado por ser León? ¿Has sentido que, por no pensar en esto, has sido autoritario? ¿Qué tendrá que ver tanto autoritarismo en la infancia con la repulsión hacia los jefes?