El lado menos Gay de ser Gay

22 Marzo 2011

No sé si nací así o me hice en el camino, tampoco creo que sea relevante. Pero si sé que estoy Cansado de tener sexo sin sentido. De no poder confiar en una pareja, de tener que estar pendiente de todo el fan club de jovencitos que rodean a tu pololo.

Federico de Mendoza >
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 Por Federico De Mendoza

Dicen que cuando no se sabe por dónde comenzar, lo más fácil es partir por el principio. Aún así, es difícil. Tengo 28 años y soy gay. Me asumí hace ya más de 10 años, y puedo decir que me he ganado la aceptación de casi todo el mundo heterosexual que me rodea (con excepción de uno que otro cromagnon). Sin embargo, 10 años atrás nunca habría pensado que me iba a encontrar tan vacío en mi vida amorosa como ahora.

Pocas cosas son tan auténticas como ser gay. Nadie te enseña cómo, solo se siente. A todos nos dijeron desde chicos que debíamos buscar una pareja, una hermosa mujer para casarnos, formar una gran familia, y tener una linda casa con una cerca blanca y un perro. Nadie me dijo que buscara mi felicidad junto a otro hombre, y a pesar de que decidí hacerlo hace ya más de 10 años, aún no la he encontrado, y no sé si tengo esperanzas en encontrarla.

Lo que más me llama la atención es que mis frustraciones frente a mi identidad no provienen de mi medio heterosexual, sino precisamente desde el mundo gay. Si bien me gustan los hombres, hay un sinfín de valores sub culturales perteneciente a lo gay que no comparto en lo absoluto. No es mi intención ponerme sociológicamente latero, pero a modo de ejemplo, no me gusta Madonna ni Lady Gaga ni las otras “divas” en general, me gusta el rock. No me gusta pasar los fines de semana en discos y fiestas de ambiente, tengo muchos mejores carretes con mis amigos “normales”. No me gusta ver SQP ni estar al día en la farándula, prefiero pensar. No me junto a tomar café, helados o comer algo light, me gustan los asados, con harto vino, y el ron o whisky solos, en las rocas, nada de mango sour. Incluso, ni se me nota, salvo en los matrimonios que me pongo una corbata llamativa y las chiquilla más clever se dan cuenta porque saben que los heterosexuales promedio apenas saben combinar una corbata de un solo color.  

Sé que soy muchas más cosas que gay, lo tengo claro. Pero de alguna forma, esta identidad logra imponerse sobre las otras, sin duda debido a la cantidad exagerada de tabúes que existen frente al tema en torno a nuestra sociedad chilena: conservadora, machista, católica y patriarcal, por solo nombrar algunos adjetivos (negativos). Y es aquí donde lo gay pasa a ser algo turbio, algo oculto, en las sombras, y ante un escenario adverso a llevar una vida gay “normal”, es fácil caer en medios alternativos que terminan pervirtiendo y desorientando a cualquiera.

En vez de pasear tranquilamente de la mano por la calle como todas las parejas lo hacen, se nos condena a vivir nuestras relaciones en privado, donde finalmente el estar todo el tiempo ahogados a cuatro paredes termina sexualizando cualquier relación, limitando los intereses comunes a los comportamientos en la cama. En vez de recrearnos en cualquier disco, bailando como una pareja más entre el resto, tenemos que ir a un verdadero zoológico de jovencitos que pareciera que los acaban de soltar a cada uno de sus respectivas jaulas, formándose un completo gueto, hacinado e irreal. En vez de conocer a alguien a través de círculos sociales comunes, donde los intereses y los gustos probablemente sean mayores, ante la soledad se recurre a medios como salas de chat u otros espacios de internet, dónde las relaciones nacen de un día para otro, y así también terminan. Y eso para los esperanzados que siguen buscando relaciones serias por internet, ya que la gran mayoría pierde rápidamente la esperanza y se limita a satisfacer impulsos sexuales inmediatos, traspasando cada vez más los límites y perdiendo cada vez más la dignidad.

Es tan marginal y oculto ser gay, que cuando se asume, es un destape. Se cambia el estilo de vestirse y la forma de peinarse. Se dejan de lado las amistades de toda la vida por nuevas relaciones efímeras. Se pololea hasta perder la esperanza después de tantas infidelidades y luchas de ego. Se tiene sexo con tantas personas que ya nada te sorprende. Es la misma sociedad la que potencia estos comportamientos, marginando a la población homosexual a vivir vidas sin sentido, carentes de significados más profundos, más relevantes, de formar relaciones basadas en cosas más allá de la estética o el consumo.   

No sé si nací así o me hice en el camino, tampoco creo que sea relevante. Pero si sé que estoy agotado. Cansado de tener sexo sin sentido. De no poder confiar en una pareja, de tener que estar pendiente de todo el fan club de jovencitos que rodean a tu pololo. De no conocer a alguien cuyos intereses vayan más allá de la disco, de “sacar calugas”, de comprarse ropa y de verse bien. Cansado de tanta inmadurez, de tanto ego, de la ausencia del compromiso y de tanta superficialidad. Y además, tengo miedo, de que todos estos vicios se vayan haciendo cada vez más parte de mí. A veces pienso que es un tema de madurez, que alrededor de los 35 comienza el pánico de vernos realmente solos y uno se compromete con lo primero que aparezca, donde el peor es nada pasa a ser un príncipe azul. Menos ego, menos exigencias. Otras veces pienso que las relaciones homosexuales en el largo plazo simplemente son casi imposibles. Me saco el sombrero por quienes nos demuestran lo contrario.

Después de haberme asumido como gay hace ya más de 10 años, me siento más solo que nunca frente al resto de los homosexuales. Pero bueno… aún puedo juntarme con mis mejores amigos de toda la vida, sus hermosas mujeres, sus tiernos hijos, sus lindas casas con cercas blancas y acariciar a sus perros. De todas formas, no me gustan mucho los animales.