Economía naranja: Invertir en cultura es rentable

Economía naranja: Invertir en cultura es rentable

11 Abril 2019

"La importancia de invertir en creatividad, además del impulso cultural, es porque construye países más sostenibles y cohesionados, con menos intervención en el medio ambiente, puesto que se trabaja en base a las ideas".

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Por: Francisco García, músico y responsable de Educación y Cultura en Doble Impacto.

Pareciera ser que no hay mayor oposición al hecho de promover la cultura y todas las actividades vinculadas con el espíritu humano, la creatividad, el impulso de las ideas. De hecho, a fines de 2018, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) lanzó en Chile la campaña Región Naranja. Esto con el propósito de convertir a América Latina, en el polo de talentos en los que el mundo bien pudiera inspirarse.

A eso, acuñado por el propio BID, se le llama economía naranja o economía creativa. En Chile aporta el 2,2% del PIB, en cambio a nivel mundial alcanza el 6,1% del PIB. El término se internaliza, resuena y parece cada vez menos ajeno.

Pero el asunto es que más allá de la promoción del patrimonio, las ideas, las artes, las cultura en términos amplios, vale interrogar e interrogarse sobre las posibilidades de que estas actividades sean financiadas. Porque bien sabemos que en los últimos años la manera que han tenido de expresarse, de existir si se quiere, es por medio de fondos concursables o donaciones, quizás algún mecenas de turno o filántropo cultural. Inclusive en muchos casos viven solo por “amor al arte”.

Por todo lo anterior es que toma fuerza, y de ahí la campaña del BID, la idea de invertir en el desarrollo de las industrias creativas para reducir la brecha de financiamiento privado. De entender que no se trata de un mero gasto o que no hay un modelo de negocios rentable detrás. Porque los pueblos crecen y se desarrollan cuando sus habitantes se empoderan, se educan y conviven con distintas culturas, fortaleciendo la capacidad de hacerse un juicio propio de la realidad. De pensar por sí mismos.

En Doble Impacto, plataforma de inversiones que se proyecta como banco con lineamientos éticos, lo hemos podido constatar. Hemos demostrado que invertir en cultura no es que pueda ser rentable, sino que lo es.

El año pasado -por ejemplo- las colocaciones en esta área se acercaron al millón de dólares, y en todos los casos hubo los retornos esperados para los inversionistas. Financiamos desde una editorial y librería en el Desierto de Atacama hasta un festival de música independiente en Santiago.

La importancia entonces de invertir en creatividad, además del impulso cultural, es porque construye países más sostenibles y cohesionados, con menos intervención en el medio ambiente, puesto que se trabaja en base a las ideas. Que son inagotables y no contaminantes. Y que, bien conducidas, producen todo una cadena de valor, de emprendimiento y empleos formales, como puede ser en los eventos musicales, en donde laboran los artistas, los sonidistas, los técnicos, los productores, las personas encargadas de la iluminación y escenario, entre otros más.

Además, por añadidura, las industrias creativas diversifican la economía, son un atractivo turístico para los visitantes de turno y promueven la innovación y el uso de tecnología de punta.

Así, mientras haya proyectos y empresas que se desarrollen en base a su entorno, a su idiosincrasia, a su cosmovisión, las audiencias se van a sentir más identificadas y con mayor armonía con lo que hacen.

Entonces, seamos creativos, invirtamos en cultura, imaginemos que Chile puede convertirse en un país desarrollado, sostenible, íntegro, amigo del medio ambiente. Exploremos las capacidades del individuo, desbordémonos de ideas, porque la capacidad de pensar, de ser creativos es un modelo inagotable.