Opinión: Que ningún niño se quede atrás

Opinión: Que ningún niño se quede atrás

28 Abril 2014

Chile comparte una problemática con Nueva York: la cancha no es pareja para las escuelas públicas versus las particulares subvencionadas.

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* Por: Jimena Cosso, socióloga de la Universidad de La Plata desde Nueva York.

Al igual que en Chile, en la ciudad de Nueva York se están impulsando una serie de cambios en materia educativa. Hace tres meses asumió el nuevo alcalde, Bill de Blasio, quien ha causado controversia por promover políticas que buscan emparejar la cancha del sistema educativo en Nueva York.

La primera medida de De Blasio fue universalizar pre-kínder y los programas after school. Luego de algunas controversias sobre el origen de los recursos, el Gobernador del estado de Nueva York se comprometió a destinar más recursos públicos para ambos programas.

La pelea más dura ha sido debido a la implementación de nuevas políticas que afectan a las charter school. Las charter school o escuelas charter son establecimientos privados financiados con fondos públicos, similares a nuestros colegios particulares subvencionados, pero, a diferencia del caso chileno, no tienen fines de lucro y no pueden cobrar copago a los padres.

Las escuelas charter han crecido considerablemente desde el año 1998 en la ciudad de Nueva York, resaltando la ampliación de la “libertad de elección de los padres”, por la diversificación de la oferta educativa y la profundización de la competencia en el sistema educativo. Pongo entre comillas la “libertad de elección de los padres” porque en ambos sistemas, aunque de manera distinta, la real posibilidad de elección la tienen las escuelas, quienes tienen el poder de elegir qué estudiante seleccionar para estudiar en dicho establecimiento.

En el 2001 se aprobó en Estados Unidos la Ley “No Child Left Behind” (que ningún niño se quede atrás). Su implementación visibilizó los problemas del sistema educativo norteamericano, sobre todo en lo referido a diferencias por grupos raciales y étnicos.

En cuanto a la ciudad de Nueva York, que se caracteriza por tener una gran diversidad, los estudiantes más desventajados son los que necesitan educación especial: estudiantes aprendices del idioma ingles (English Language Learners), los que tienen una carrera educativa interrumpida y los niños sin hogar. Si bien es cierto que en Nueva York las charter schools atienden a un porcentaje importante de población latina y afro-americano, también sucede que atienden a un porcentaje mínimo de estudiantes con ciertas desventajas, como por ejemplo estudiantes en English Lenguage Learners. Sólo el 5% de las charter schools cuentan con un programa de apoyo para niños y niñas que no manejan bien el idioma inglés lo que en ciudades como Nueva York es un problema, ya que el 41% de los estudiantes hablan otro idioma que no es el inglés en sus casas.

Otro punto importante del debate es que las charter schools utilizan los establecimientos de las escuelas públicas. En Nueva York no es extraño ver que en el edificio de una escuela pública también funcione una charter school, con el beneficio adicional de que no tienen que pagar renta ni ningún servicio, por lo que pueden contar con financiamiento para brindar clases alternativas. Las escuelas públicas, en tanto, deben destinar recursos al pago de las cuentas, además de tener que compartir espacios como el comedor y los patios con las charter schools.

El nuevo alcalde de Nueva York quiere comenzar a cambiar esta realidad. En las últimas semanas propuso comenzar a cobrar el alquiler en escala móvil a las charter schools, de esta manera las escuelas que cuenten con mayor financiamiento tendrán que pagar más que las escuelas más pequeñas. Algunos líderes de las charter schools han propuesto incluir en sus escuelas a estudiantes en riesgo, con discapacidad e inmigrantes que están aprendiendo el inglés, a cambio de mantener la gratuidad del alquiler.

El problema sigue siendo que las reglas del sistema no están equiparadas, algo muy parecido al caso chileno. En Chile, las nuevas políticas anunciadas apuntan a terminar con el financiamiento compartido y con el lucro en las escuelas particulares subvencionadas, lo que significaría un giro hacia la construcción de un sistema educativo más igualitario.

Si por colegios públicos entendemos a los que reciben dinero del Estado, pues entonces las charter schools en Estados Unidos y las particulares subvencionadas en Chile serían escuelas públicas. Sin embargo, entendemos lo público como algo mucho mayor: por su mirada de unidad social, por su objetivo integrador y no excluyente. Lo público es para todos y todas.

La diversidad de oferta educativa no es ni nunca ha sido un problema, y las nuevas políticas, tanto en la ciudad de Nueva York como en Chile, no apuntan a terminar con la diversidad de la oferta de las charter schools y las escuelas particulares subvencionadas. El problema es que actualmente hay distintos tipos de escuelas conviviendo con diferentes reglas bajo un mismo sistema. Esto debe terminar para encaminarnos hacia un sistema más justo y equitativo para todos, que no depende del nivel socioeconómico de la familia para poder elegir una escuela, como actualmente pasa en Chile. El desafío está entonces en hacer convivir la diversidad de la oferta educativa con la equidad y la integración social.