Construcciones Simbólicas: La Araucanía y las representaciones del lenguaje

18 Marzo 2021
En ese tejido de representaciones que nos bombardea diariamente se van escribiendo relatos de lo que creemos, pensamos, sentimos que es lo que pasa en la Araucanía, utilizando en específico un léxico para su comprensión y difusión de la historia que queremos contar.
Juan Ignacio Cordero >
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El mundo es una representación que se puede ver como una voluntad de cómo quiero que se manifieste una realidad para ir consolidando un discurso de un espacio sociocultural hacia una forma particular que sea amena y favorable: La Araucanía es en sí el reflejo de lo anterior.

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Las representaciones corresponden a actos del pensamiento en los cuales un sujeto se relaciona con un objeto. Ese proceso de relación no consiste en una reproducción automática del objeto sino en una representación simbólica. Dos son los movimientos complementarios que transforman al objeto en su representación: la objetivación y el anclaje.

La objetivación da cuenta de la constitución formal de un conocimiento. Se define como “una operación formadora de imagen y estructurante” que pone en imágenes las ideas abstractas siendo el verdadero núcleo de la representación social. Comprende tres pasos: construcción selectiva, esquematización estructurante y naturalización.

El anclaje es el momento en el cual los elementos objetivados se integran a nuestros esquemas de pensamiento. En ese proceso, el objeto representacional se enraíza en una red de significaciones culturales, ideológicas y valorativas previas y se traduce en una orientación para constituirlo, un status de evidencia.

Desde el presente, el cotidiano construido desde la prensa y los sentimientos, al igual que lo acontecido en el siglo XIX, la zona de la frontera fue y sigue siendo la viva imagen del “viejo oeste norteamericano”, al menos así lo señala la historiografía de los actores y también las poesías que describen la vida y la cotidianeidad de la zona.

En ese tejido de representaciones que nos bombardea diariamente se van escribiendo relatos de lo que creemos, pensamos, sentimos que es lo que pasa en la Araucanía, utilizando en específico un léxico para su comprensión y difusión de la historia que queremos contar.

Un caso digno de ver es cómo se ha narrado la larga historia de las relaciones fronterizas entre, principalmente, el Estado Chileno con el Pueblo-Nación Mapuche, relato que parte con la utilización de tres conceptos que definiremos a la luz de la Real Academia Española (RAE), para tener así una globalidad de entendimiento desde un mínimo común. Desde ese foco, entenderemos “ocupación” como la permanencia en un territorio de ejércitos de otro Estado que, sin anexionarse aquel, interviene en su vida pública y la dirige. Por otro lado se utiliza el concepto de “dominación” entendiéndolo como la capacidad que tiene un grupo sobre un territorio quien ejerce la soberanía, coartando la capacidad individual de los dominados. Finalmente, entenderemos “pacificación” como el establecimiento de la paz donde había guerra o discordia, reconciliar a quienes están opuestos o discordes, tratar de asentar paces, pidiéndolas o deseándolas.

Las representaciones sociales tienen que ver con aspectos de la realidad o con cuestiones sociales significativas. No son homogéneas sino que varían según diferencias sociales y condiciones estructurales. Tampoco hay una única representación social de un objeto, son construidas a partir de los procesos de interacción y comunicación social, las conversaciones de la vida cotidiana, la recepción de los medios masivos -todos ellos procesos comunicacionales a los que también reconstruyen- y se cristalizan en prácticas sociales.

Son construcciones simbólicas, es decir, la representación no es un constructo interno en la mente de los individuos que toma el lugar del objeto que está siendo representado. En la naturaleza simbólica de las representaciones sociales quedan plasmados los aspectos sociales, culturales e históricos.

En la Araucanía existe mucho discurso institucionalizado que es reflejo de una representación social de lo que sucede realmente, validado por los interlocutores oficiales que son reproductores de esta forma de neutralizar una realidad, lo que es muestra de una falta de mirada profunda, de diálogo genuino para construir soluciones a este trauma intergeneracional oculto, invalidado y folcklorizado estéticamente.

Es deber resignificar las formas y los fondos en la construcción social de la Araucanía, no quedarnos en representaciones atrapadas en el paternalismo del pasado, sino que caminen hacia un futuro en armonía con la memoria, la identidad y la historia.

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