Con mucha alegría recibimos la noticia, que en Temuco se disputaría la final de la Copa Chile. Era un reconocimiento a la convocatoria que tenia el Fútbol en nuestra ciudad, y que hace a la plaza del Germán Becker el recinto con mayor asistencia del país. 

Sin embargo, el valor de las entradas fue el primer balde de agua fría y un espectáculo que debía ser accesible a todos los fanáticos locales ponía una traba para disfrutar del deporte más popular del mundo.

Lo segundo, fue las versiones que se entregaron sobre la venta de entradas, las condiciones y el lugar donde se pondrían a disposición del público. Que se harían solo por internet, que una gran tienda sería el lugar de venta, que sólo se venderían en Temuco, que había que estar empadronado, etc.

A la chilena, es decir, a medida que se avanzaba la carreta fuimos teniendo información. 

Al informarse los lugares de venta de entradas (Gimnasio - Estadio), la falta de cajas habilitadas para hacer expedita la compra, hizo que cundieran las filas. La atención al cliente, no fue la prioridad.

Mas allá, de que hoy aprendimos, que nos falta para enfrentar el desafió de la Copa América y el Mundial; no es posible que se nos trate sin respeto a la hora de ofrecernos un producto.

No faltará la amenaza de que en Temuco no se realizarán nuevos encuentros, pero nadie querrá perder el borderó que significa llenar un estadio.

Lo relevante, es que nunca más se nos falte el respeto de esta manera.