El rol del padre en el parto: ¿Hombría, machismo y moralidad?

El rol del padre en el parto: ¿Hombría, machismo y moralidad?

14 Octubre 2020

La ciencia ha demostrado que cada uno de los pasos que los mamíferos viven al parir, es exactamente lo que todo bebé y mujer necesitaría vivir junto al padre.

Matías Chávez >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

Para empezar, debo explicar que la principal motivación para escribir esta columna es definitivamente validar lo natural, lo reptiliano, lo mamífero de la crianza, pues en los animales todo está resuelto y ver cómo nuestra gran capacidad de lenguaje, moralidad, reflexión y socialización nos han ido alejando de lo que realmente necesita un bebé y su madre, de nosotros, los hombres.

Te puede interesar: El valor del “por qué”: La desobediencia que debemos permitir

Es sabido que en el mundo animal, los partos se dan en un lugar aislado, donde la hembra busca tranquilidad, silencio, calor y oscuridad. Mientras el macho rodea el radio intentando ahuyentar a cualquier depredador de la escena. Luego del nacimiento, la hembra se come su placenta (98% de los mamíferos lo hacen), rica en hormonas que le ayudan a reencontrar su equilibrio endocrino postparto mucho más rápido. El macho sigue protegiendo el nuevo vínculo y sale en busca de los alimentos que necesita su hembra y crías, pues ya habrá tiempo de crear lazos con esos nuevos seres que han llegado a la familia.

El párrafo anterior es un intento por resumir la magia de la naturaleza, pero la ciencia ha demostrado que cada uno de los pasos que los mamíferos viven al parir, es exactamente lo que todo bebé y mujer necesitaría junto al padre. No dejo de pensar que nuestras capacidades mentales superiores nos juegan una mala pasada, bloquean lo primitivo y delegamos a otras personas lo que solo podemos hacer nosotros. ¿Involución o desconocimiento?

El desafío está puesto en la mesa, debemos aprender a desconectar las facultades superiores humanas, la mujer en algún momento del trabajo de parto lo logra, pero es mucho mejor unirse para vivirlo juntos y transformarte en el reptiliano que necesita la escena. De ti dependerá si el cóctel de hormonas que favorecen el parto se libere oportunamente. La hormona más importante es la oxitocina, que es muy tímida, pues la mujer se siente afectada por el estrés, sentirse observada, el frío, la incomodidad física, la compañía inadecuada y la luz.

Debes callar, si hablas activas el lenguaje y se prende la neocorteza, debes apagar todo artefacto electrónico, mantener una luz tenue, calor, hacer masajes, tener insumos básicos a mano, agua, chocolates, frutas, ofréceles sutilmente sin que te los hayan pedido. Es fundamental saber contar las contracciones, interpretar su frecuencia y así interpretar que llegó el momento de partir (tranquilos que todo se aprende). Si quieres tranquilidad te sugiero no contarle a tu familia cercana cuando haya empezado el trabajo de parto, pues generarán ansiedad que no permite la desconexión racional necesaria.

En estas circunstancias, las decisiones no valen, por lo que el plan para la llegada del bebé al mundo, se debe pensar mucho antes. Si se va a tener en casa (absolutamente posible, con el acompañamiento y condiciones de salud necesarias), la clínica, el hospital, con quien dejar a los otros niños, el bolso, la ropa, etcétera.

Durante el parto, es difícil seguir en tu rol, pues habrá muchas personas que harán lo posible porque todo salga bien, se vive un duelo, hay mucho lenguaje, ya no hay intimidad, pero la complicidad no decae. Solo debes mantenerte del lado de tu pareja, si miras en general las escenas de los partos, están todos a un lado y por el otro, la madre sola. Al momento de ver a tu bebé en este mundo, sentirás miedos nuevos, un sentido de querer protegerlos de todo, creo ciegamente que está relacionado al mamífero que llevamos dentro.

Respecto a digerir la placenta, es un acto que se mira con asco, desprecio hacia el mundo animal, pero nuevamente son nuestras facultades racionales y por sobre todo la moralidad, la que nos alejan de una solución natural a un serio problema: la depresión postparto. Placentofagia es el nombre a la acción de procesar la placenta para digerirla en cápsulas o en batidos. Cada día más personas rompen prejuicios de los humanos y acceden a este necesario complemento. En Lima, se abrió el primer laboratorio que se dedica exclusivamente a procesar placentas, en Chile en las redes de Doulas puedes encontrar pocas personas que saben procesar las placentas responsablemente. La Organización Mundial de la Salud sugiere la entrega de este órgano a la familia desde 1985. En Chile, desde el año 2009 es posible pedir la placenta, el procedimiento se tecnificó el 2017 con la elaboración de la “Norma General Técnica para la entrega de placenta” del Ministerio de Salud.

El momento de dar a luz, es un momento que divide 2 procesos: termina la endogestacion (el embarazo de 9 meses) etimológicamente explicado como “la acción de llevar adentro” y comienza la exogestacion “la acción de llevar afuera”, o los segundos 9 meses. Esto es fundamental de entender, porque lo único que necesita ese bebe en sus primeros 9 meses de vida, es a su mamá y nada más que su mamá, ya que sin ella no puede sobrevivir. Cuando el bebe cumple con la exogestacion, está listo para socializar y crear otros lazos. Y acá una reflexión: el padre proveedor es muy importante, sabiendo que tiene un principio y fin, los padres en el proceso de exogestacion se deben ocupar de todo lo demás que rodea ese nuevo vínculo de la madre y su bebé, por lo que ser proveedor está super bien, terminado ese periodo, empieza a necesitarte a ti y no lo que tu traes a la casa, ahora quieren una relación con ese, con cara de enamorado, que trae y trae cosas.

¡Tira las bolsas al suelo, llegó tu momento!

Como todo en la vida, podrás disfrutar lo que ven tus ojos, mientras sepas lo que ven y podrás contener y disfrutar la escena mientras sepas lo que esté pasando. Prepárate.

Agradezco la inspiración para escribir esta columna a mi esposa-doula-placentofagista, mi hija y a Michel Odent.