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A propósito de batallas y tiempos difíciles

23 Junio 2020

Cómo no recordar a Prat y su arenga que todos conocemos desde la infancia, a Leónidas y su: ¡ven y tómalas!, cuando le son requeridas sus armas en Térmopilas, y ante la amenaza de que las flechas persas cubrirían el sol, la célebre respuesta de: “entonces pelearemos a la sombra”.

Óscar Kock >
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En estos días donde tanto se mencionan las batallas, con nombres de algunas ciudades y se hacen referencias a la guerra, he recordado algunas arengas que me parecen emocionantes.

Antes de la batalla naval de Lepanto, que enfrentó al imperio español y al otomano, según Cervantes: “…la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”, don Juan de Austria, se dirigió a sus tropas: “Hijos, a morir hemos venido, a vencer, si el cielo así lo dispone. No deis ocasión a que, con arrogancia impía, os pregunte el enemigo: ¿dónde está vuestro Dios? Pelead en su santo nombre que, muertos o victoriosos, gozaréis de la inmortalidad”.

O Enrique V, antes de la batalla de Agincourt, que en palabras del bardo inmortal, le dice a sus atemorizados súbditos, conscientes de su situación de desventaja: “…Nosotros pocos, nosotros pocos y felices, banda de hermanos; porque hermano mío es el que vierta hoy conmigo su sangre; por muy humilde que sea, esta jornada enaltecerá su alcurnia, y los caballeros ahora acostados en Inglaterra se considerarán malditos por no haber estado con nosotros, y tendrán en poco su rango cuando oigan hablar a alguno de los que combatieron con los nuestros en el día de San Crispín”. Por eso la serie de HBO se llama Band of Brothers y en Corazón Valiente William Wallace (Mel Gibson) le hace un guiño a este discurso diciéndole a los escoceses que se arrepentirán de no haber luchado por su libertad cuando estén viejos y en sus camas,.

Cómo no recordar a Prat y su arenga que todos conocemos desde la infancia, a Leónidas y su: ¡ven y tómalas!, cuando le son requeridas sus armas en Térmopilas, y ante la amenaza de que las flechas persas cubrirían el sol, la célebre respuesta de: “entonces pelearemos a la sombra”.

Una de las más famosas, Máximo Décimo Meridio, ante Marco Aurelio y en pleno bosque lleno de niebla, con el añadido del retorno del mensajero sin cabeza: “¡Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad!”. Pero inevitablemente también recuerdo a Bubba en brazos de Forrest Gump, junto a aquel río de Vietnam, preguntándole: ”hey Forrest, por qué ha pasado esto?”.

También recuerdo la cita que hace Hemingway en el prefacio de “Por quién doblan las campanas”, de John Done: “Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti”, es decir, al replicar de las campanas anunciando la muerte de alguien, no preguntes quien murió, porque lo que se anuncia es la muerte de una parte de ti, y como dice Benedetti, el lápiz se me cae de la mano.

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