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Hemos escuchado diferentes análisis respecto a los resultados de la Encuesta Casen y a las posibles explicaciones de la disminución en las cifras, de un 15,1% a un 14,4%. Seguramente los análisis seguirán, y sobre todo en nuestra región que nuevamente pasa a ser la más afectada con un 22,9%, aun cuando se registra una baja de un 4,2%.

Sin perjuicio de lo anterior creo necesario tomar en cuenta algunos elementos como la importancia de actualizar la medición de la pobreza, es decir, internalizar en la Canasta Básica  los cambios experimentados en los patrones de consumo de la población (la canasta actual data de 1987). También se debe contar con mediciones de mayor periodicidad, decisión ya anunciada por el ministro de Desarrollo Social; y finalmente, considerar estudios que complementen la información que entrega la actual encuesta, de modo de avanzar hacia una concepción y luego una medición multidimensional de la pobreza, que es además lo que empíricamente vemos a través de nuestras intervenciones en el programa SERVICIO PAÍS

La información sobre la Casen en nuestra región, sin embargo, no ha sido tan preponderante puesto que durante las últimas semanas la agenda noticiosa se ha copado con los lamentables hechos de violencia contra familias y niños mapuche, y quemas de predios e inmuebles.

Cabe decir que el equipo regional de la Fundación, que  trabaja directamente con comunidades mapuche en la región, repudia la violencia y lamenta la ausencia de diálogo que dificulta encontrar vías de solución al conflicto y finalmente a los problemas de fondo relativos a la situación del pueblo mapuche. Nuestra acción con comunidades que se encuentran en las distintas comunas, se desarrolla en este contexto, por lo que muchas veces ideas, propuestas o planes se ven afectados. Ello, puesto que no es posible soslayar realidades que afectan las relaciones, estados anímicos y las confianzas hacia actores externos a sus territorios, ya que constatan con profundidad que la multiculturalidad es sólo un discurso más que un hecho.

Cuando se analiza el conflicto mapuche, se comprende que el bienestar de las familias más vulnerables de la región no solo tiene que ver con los ingresos, sino que responde a cuestiones más profundas como la exclusión y la desigualdad que afecta a la sociedad chilena, que además se vive en diversas dimensiones del desarrollo humano como la salud, la educación o la vivienda. Incorporar esta nueva mirada  nos permitiría abordar de mejor forma la problemática de la pobreza desde la política social. Por ello, frente a los resultados de la Encuesta Casen,  estamos convencidos que la forma de medir la pobreza, que hoy se hace a partir de los ingresos, debe ser complementada con una medición multidimensional, que considere las dimensiones antes señaladas. Y si, como país, decidimos seguir utilizando el ingreso como parámetro, es urgente actualizar los componentes de la Canasta Básica, que datan de finales de los 80, para hacerlos acordes al patrón de consumo de la sociedad actual. El consenso que se ha dado estos días entre los distintos actores con respecto a la necesidad de contar con una actualización de nuestra forma de medir la pobreza, incluido el Gobierno, es un paso importante hacia una sociedad que se hace cargo de mejor manera, de los radicales cambios que este doloroso problema social ha tenido en las últimas décadas.

Por Felipe Petit-Laurent Eliceiry

Director Regional Araucanía

Fundación para la Superación de la Pobreza