¿…Y los derechos de las niñas, mujeres y ancianas?

¿…Y los derechos de las niñas, mujeres y ancianas?

17 Junio 2011
Oh, Dios, te lo ruego, Toco tus pies una y otra vez, En mi próximo alumbramiento no me des una hija, Dame en su lugar el infierno... (canción popular india)
Ana Schwarz >
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Esta historia no es nueva, la leí por primera vez hace 12 años y desde entonces parece que a nadie le importó, y que aún hoy a nadie le importa. Nada ha cambiado bajo el cielo, desde ese entonces.

La hermana de Indira nunca recibió un nombre; su historia fue muy corta. Nació en una pequeña choza en una planicie árida barrida por los vientos, al norte de la India.

Cuando la comadrona la levantó en alto, su madre sintió una pequeña punzada de pena al no pode identificar el apéndice masculino entre sus piernas y que hubieran salvado su vida.

Su padre se encogió de hombros y salió de la habitación; no se necesitaban palabras, ni explicar lo que todos sabían que debía hacerse.

Ya había una niña en la familia: Indira. A ella se le había permitido vivir, pero el costo de mantenerla sería muy alto.

Los varoncitos corren por ahí y montan en ponis, cubiertos solo por un pequeño trapo o hasta desnudos; pero las niñas siempre deben ser vestidas con un costoso sari. Y también comen, aunque no tanto como los niños…y después está la cuestión de la dote. ¡Que precio tan alto tener una hija!

Existen diferentes formas de matar a un hijo, la que escogió la madre de Indira es bastante común: atestó de arroz la boca y nariz del neonato y mantuvo apretada una almohada contra su cara hasta que dejó de luchar.

-¿La podrías enterrar? – Le preguntó a Indira con un aire triste, y añadió –Para que no se la coman los perros –

Aunque en promedio, las mujeres sobreviven más que los hombres en todos los países desarrollados del mundo, en ocasiones sucede a la inversa en las naciones subdesarrolladas.

En la India, Pakistán, Bangladesh, regiones en donde aún hoy se practica el infanticidio, cada año mueren más de un millón de infantes, simplemente por nacer MUJERES.

A veces pienso que si bien en México y otros países latinoamericanos no se practica ese tipo de crímenes al nacer las niñas, si se tiene un pronóstico de vida dura y de violencia para las ciudadanas nacidas mujeres, aún y que logren nacer en un hogar tradicional, lleguen a vivir muchos años.

Pero no debemos olvidar que aún en este siglo, en los países en vías de desarrollo existe un aparthaide, es decir, un fenómeno de segregación basado en el sexo, ya que en estas naciones las mujeres tienen muy definidos sus roles en los que se les educa para que limpien la casa, cocinen los alimentos de la familia, atiendan y cuiden a los niños y a los ancianos y enfermos. También en muchas naciones, principalmente en África, son ellas las que cultivan la tierra para alimentarse ellas y sus familias, aunque es costumbre que ella deben de recibir menor cantidad que los hombres, aún y que los varones que integran su familia no trabajen.

También es muy frecuente que si las mujeres no están casadas oficialmente, no obtienen derecho a ningún tipo de servicio médico. Sobra decir que estas mujeres no tienen la menor idea de que son gozadoras de derechos universales por el simple hecho de ser personas humanas.

Hace pocos días se publicó en algunos diarios nacionales e internacionales que acecha al mundo la violencia de género. Desde violaciones y crímenes pasionales, pasando por abuso doméstico y ataque físicos por parte de sus parejas, hasta los femicidios; millones de mujeres de todo el mundo padecen de una atroz violencia en sus propios hogares, solo por ser mujeres.

Mencionan los diarios que de entre todas las naciones del mundo, nacer mujer en Afganistán, república Democrática del Congo, Pakistán, India y Somalia (en este orden) se multiplica el peligro según un sondeo de la Fundación Thomson Reuters.

A mí me gustaría mucho que de la misma forma se realizara un sondeo en los países de América latina, en donde pudieran englobar las actitudes, creencias y tradiciones que denigran a las mujeres y a las niñas. También sería importante que además cuantificaran de forma real y sin maquillar cifras, los femicidios y también los infanticidios que se disfrazan de accidentes día con día entre los tejabanes y barriadas urbano marginales de las zonas más pobres de nuestras ciudades latinas.

Por lo menos para callar la boca de muchos políticos y servidores públicos que se niegan a reconocer la desigualdad y falta de garantías para las niñas, las adolescentes, las mujeres adultas y también aquellas que lograron llegar a la tercera edad.

Sería una buena forma de exigir que se legisle a favor de que más y mejores mujeres lleguen a los puestos de toma de decisiones y así reviertan las injusticias y desequilibrios que prevalecen en los sistemas creados y administrado solo por hombres.

Publicado originalmente en Violetas de Anahuac