¿Sabías que los celos serían la clave para mantener el amor?

¿Sabías que los celos serían la clave para mantener el amor?

03 Enero 2013

Decía Gregorio Marañón que los celos son un “instrumento certero que destruye la libertad interior y elimina en la compañía toda la felicidad posible”. El ilustre médico español no es el único que ha dedicado palabras de agravio a los celos.

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William Shakespeare bautizó a los celos como el “monstruo de los ojos verdes” y Miguel de Cervantes comparó estos con la calentura en el hombre enfermo, pues “tenerla es señal de tener vida, pero vida enferma y mal dispuesta”.

Los celos han gozado de mala prensa durante toda la historia, y pocos han visto en ellos algún aspecto positivo. Pero lo cierto es que los celos, además de ser inevitables, pueden ser beneficiosos, siempre que sepamos manejarlos de la forma adecuada.

Cuando decimos que una persona es celosa no siempre nos referimos a lo mismo. Hablamos de alguien que siente algún tipo de inquietud o sospecha respecto a la persona a la que ama, porque piensa que puede haber empezado a querer a otra persona.

Pero los celos pueden incluir, además, un conjunto de sentimientos, como el miedo, la tristeza o la ira, que merecen ser analizados por separado. La realidad es que los celos, tal como explicó en 1947 el psiquiatra Boris Sokoloff, uno de los primeros estudiosos del tema, “no sólo están imbricados en la naturaleza humana, sino que son la emoción más básica y omnipresente en todos los aspectos de las relaciones humanas”. Todos los tenemos, pero no de la misma forma, ni del mismo tipo.

Clasificando los celos

En 2007, los psicólogos Robert Bringle y Robert Rydell, establecieron dos categorías de celos que, según explicaron en un estudio publicado en la revista Social Behavior and Personality, deben estudiarse por separado.

Por un lado están los celos reactivos (reactive jelousy) que parten de componentes emocionales, y por otro los celos de sospecha (suspicious jelousy), que parten de componentes cognitivos y conductuales.

Distinguir entre uno y otro tipo de celos es vital, en la medida en que los celos reactivos están justificados, y los de sospecha no.

Los celos reactivos aparecen como reacción a un comportamiento de nuestra pareja que nos parece reprobable. De alguna manera, se trataría de unos celos “justificados” que aparecen si, por ejemplo, pillamos a nuestra novia flirteando con otra persona.

Estos celos reactivos, según explican Bringle y Rydell en su estudio, son más fuertes en las parejas con fuerte interdependencia y una gran confianza mutua. Hacen que nos sintamos traicionados pero, no dejan de ser algo positivo, pues, si tras sentirlos logramos hablar de ello con nuestra pareja, la relación saldrá fortalecida.

Al fin y al cabo, el sentir un celo reactivo, no deja de ser algo positivo, pues significa que realmente sientes algo por la otra persona.

Los celos de sospecha, por el contrario, aparecen sin la necesidad de que haya una indicación real de traición, o infidelidad, y no son tanto un problema de pareja, como de la persona celosa, que suele tener inseguridad, ansiedad o baja autoestima.

Se trata de los celos que debemos evitar, en la medida en que no responden a una realidad, y son los más peligrosos para la pareja –los otros son más sinceros: se pueden solucionar, o no, pero entran dentro de la “normalidad”–. Distinguir entre uno y otro es vital, en la medida en que los celos reactivos están justificados, y los de sospecha no. Hablar de esto con nuestra pareja es la única manera de acabar con el problema.

Fuente: elconfidencial.com