Riñinahue: entre lagos, pumas y pobreza

31 Julio 2013

Riñinahue en mapudungun significa “puma del colihual (bosque de colihues)”. Y mi pueblo no se equivocó con ese nombre: los colihues rodean cada montaña del sector, y los lugareños nos cuentan entre bromas y verdad que los pumas gritan todas las noches.

Francisco Henrí... >
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Riñinahue en mapudungun significa “puma del colihual (bosque de colihues)”. Y mi pueblo no se equivocó con ese nombre: los colihues rodean cada montaña del sector, y los lugareños nos cuentan entre bromas y verdad que los pumas gritan todas las noches desde las faldas de los cerros y que en algunas ocasiones son vistos cruzando el camino principal. Una posta, almacenes, botillerías y una “avenida” principal asfaltada y parte de la famosa Red Interlagos como parte del circuito del Lago Ranco, que es el municipio del que depende esta zona, que además aloja a Pocura, Ilihue, Illahuapi, Los Mañios, entre otros, son los atractivos que se mezclan con una realidad que contrasta como una paradoja: una pobreza extrema y una economía de sobrevivencia donde los habitantes de estos sectores cultivan y crían para consumo y donde los buses hacen un solo recorrido al día que luego de un viaje de casi dos horas, permiten llegar a la ciudad a hacer trámites y visitar al doctor.

Hasta ésta zona llegamos casi 40 voluntarios, entre universitarios y secundarios de TECHO, con la finalidad de probar un nuevo tipo de vivienda básica: la vivienda progresiva. Una casa de smart panel y OSB que genera mayor aislación, es semi definitiva y permite que la familia la expanda. En realidad, esa era la explicación técnica que recibimos. La experiencia emocional y hermosa la vivimos un día más tarde.

Nos movimos a un siguiente sector: Pocura. Y ahí conocimos a la señora Gladys y a sus hijas Carolina y Cassandra, quien a los 15 años fue mamá y dejó de estudiar su sexto básico por esa razón. Y es que en éstas zonas no existe organismo público que pueda hacer cumplir la obligatoriedad de la enseñanza básica, ni menos de la media. Y así, fuimos tomando cariño entre todos para con todos, y el pan amasado, las sopaipillas o el mate iban nutriendo nuestras conversaciones a la orilla de la cocina a leña, única fuente de calefacción en la precordillera donde el viento no da tregua, el frío empieza a escarchar la tierra desde las cinco de la tarde y donde la lluvia hace crujir las latas de zinc que cubren la casa.

La construcción fue difícil. Los temporales -que no se daban en ningún otro sector que nos rodeaba – nos jugaban malas pasadas y en instantes nuestro equipo se desanimó. Pero el tercer día, al saber que Cassandra quería terminar de estudiar, solo porque nosotros se lo habíamos instado, fue el golpe anímico para terminar esa vivienda, que queríamos que fuera un hogar para esa hermosa familia. La inauguración, fue mucho más hermosa. Un corte de cinta tricolor tiene como objetivo hacernos recordar que esas familias siguen siendo chilenas y que nadie tiene el derecho de olvidarles ni abandonarlas. Y toda la cuadrilla que trabajamos en ésa vivienda progresiva, emocionados con el discurso de la señora Gladys, quien nos aseguró que “cada detalle de ésta vivienda me hará recordarlos a ustedes y su trabajo aquí . Somos jóvenes voluntarios que hemos hecho patria, muchos de nosotros, hermanos de un mismo pueblo. Y eso, nos hace ser vanguardia.

La pobreza rural golpea con mucha más fuerza a las familias, no sólo por la precariedad de las viviendas, sino por la mala calidad de los servicios básicos. Y en la semana pudimos comprobarlo: la pequeña Sami, de ocho meses se enfermó y la única solución, después de haber viajado horas a Lago Ranco en bus la solución del consultorio fue un sobre de Paracetamol. Las respuestas son lentas, y las soluciones son el doble de tardías. Y jamás olvidemos, que en esas localidades que el GPS no localiza viven cientos de hermanos mapuche que siguen perpetuando el circulo horrible de la falta de elementos básicos para la vida. Algo que dista mucho de la “hermosa” realidad que vivimos aquí en la ciudad, y que nos hace ser indolentes, distantes y apáticos.

Dejamos Riñinahue, el canto de los pumas y las varillas del colihue, que sostuvieron la bandera de nuestra cuadrilla, con la sensación de que algo debemos hacer para mejorar la situación de las cientos de familias que viven en el campo y que sufren de la extrema pobreza, y que, los noticiarios no muestran. Y que es una responsabilidad que pasa por todos, principalmente por los jóvenes de éste país, que tenemos la posibilidad de salir del discurso de lucha social, y empezar a transformarla en acción social, real y en beneficio de otros. No hay fuerza más grande que la voluntad de toda una sociedad.

Ricardo Coñoepan 

Coordinador Campamento Lanín de TECHO-Chile

Estudiante de Ciencia Política y Gestión Pública en Universidad Católica de Temuco.