¿Qué determina el camino de nuestra alma?

08 Enero 2012

o que nos hace preguntarnos: ¿Qué sucede entonces tras la muerte?,  La respuesta es que cada día determinamos el rumbo que nuestra alma tomará al fallecer. Por Juan Lama Ortega.

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El cuerpo humano también puede calificarse como la envoltura temporal del alma. Lo que nos hace preguntarnos: ¿Qué sucede entonces tras la muerte?,  La respuesta es que cada día determinamos el rumbo que nuestra alma tomará al fallecer. El alma es atraída por aquellos ámbitos donde le esperan las energías de sus culpas no saldadas, es decir las propias cargas y ataduras que el hombre tuvo la ocasión de purificar durante su vida, y que no obstante dejó pendientes. Por tanto cada día toda persona determina donde se encontrará su alma después de la muerte del cuerpo.

El ser humano es comparable a un computador. Cada uno de nosotros graba en el computador llamado «hombre», muchos datos. Pero también las constelaciones planetarias correspondientes reciben los datos de cada ser humano y los irradian día a día, al alma y al hombre. La persona, como ser humano, experimenta sucesivamente las grabaciones correspondientes, pero el alma desencarnada sin embargo es conducida por las constelaciones planetarias a confrontar y purificar lo que el hombre, en el transcurso de las encarnaciones le ha impuesto, con pensamientos, palabras y obras. El alma por tanto estará confrontada con las grabaciones negativas de lo que fue su ser humano y se ve ante la tarea de disolver esos nudos negativos de energía.

Durante la encarnación, es decir la vida terrenal, las personas utilizamos términos como «una vida difícil» o «golpes del destino» para definir aquellas causas negativas que cada uno sembró antaño y que hoy llegan de vuelta. Pero según la ley causal, él mismo es el causante de su alegría y su pena, de su destino y su enfermedad. También el alma desencarnada en el Más allá experimentará las grabaciones de la persona, es decir la alegría y el dolor. Lo importante para nuestro sino, tanto presente como futuro, es el grado de nuestro desinterés y amor al prójimo. Mientras que la persona sobre todo aspire a “ser ella misma su propio prójimo” es decir mientras se muestre y obre egoístamente, irá grabando causas y más causas.  

Tantos aquellos que se consideran cristianos como los que no, pueden recordar lo que Jesús de Nazaret enseñó: la ley de la libertad, que se basa en el amor a Dios y al prójimo. No en la egolatría, que está en contraposición al amor a Dios y al prójimo. La ley de la libertad, que nos enseñó Jesús de Nazaret, dice que toda persona es responsable por su forma de pensar y de comportarse, según el reconocido principio «Acción igual a reacción».

Según la ley universal, eso significa que o bien se está a favor de Dios, la vida eterna, o contra El, la vida eterna. La persona que esté contra de la ley de la libertad ha dado la vuelta al concepto de «amor a Dios y al prójimo». De esa inversión, se formó poco a poco el concepto satánico que dice «yo soy mi propio prójimo», basado en la falta de libertad y el estar atado a la sumisión. Bajo esa postura que sólo se basa en el amor a uno mismo, sufren no sólo los seres humanos, sino sobre todo los animales, las plantas y los minerales, en conjunto toda la Tierra.

Radio Santec

Juan Lama Ortega

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