Mary Ann Bevan, británica nacida en 1874, llevó una vida absolutamente normal. Se dedicó a sus labores como enfermera, a su esposo Thomas Bevan y a los cuatro hijos que formaron parte de su familia. Sin embargo, una desafortunada enfermedad atacaría el cuerpo de Mary Ann.

La “acromegalia” o “gigantismo” que afectó el cuerpo de Bevan, comenzó a causar deformaciones extremas y problemas en sus órganos internos, debido al exceso de hormonas del crecimiento que produce la enfermedad. Pronto, lo dolores e incomodidad de su gigantismo afectarían a su vida personal y familia, especialmente tras la muerte de su esposo Thomas, en 1914.

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Sola y con una enfermedad que la inhabilitaba de trabajar normalmente como enfermera, Mary Ann Bevan toma una difícil decisión: entrar a un concurso donde se buscaba a la mujer más fea del mundo. Debido a sus deformidades y sacrificando su dignidad, Bevan obtiene el dinero del primer lugar, teniendo así como mantener a sus hijos en una primera instancia.

Su caso fue convertido en una verdadera curiosidad, formando parte de distintos circos de fenómenos, también conocidos como “freakshows”, ostentando su infame y triste título. Después de 10 años siendo “la mujer más fea del mundo”, Bevan falleció en 1933, convirtiéndose hoy en una historia de inspiración y superación para las personas que padecen su misma enfermedad.