Gaza, Ucrania, Siria: Distintos conflictos, los mismos poderes

03 Agosto 2014
Aunque no aparecen directamente, como sucedió en las guerras mundiales, las grandes potencias mueven las fuerzas políticas y bélicas del planeta como si fueran piezas de ajedrez. En tal contexto, los muertos son solo datos de referencia.
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Estados Unidos, las potencias de la Unión Europea, Rusia y, con más bajo perfil, China, tienen en cada uno de los muchos conflictos que azotan al mundo intereses en juego para su posición geopolítica. No se enfrentan directamente, se presentan ante los medios como actores externos, pero en la trastienda presionan, influyen y muchas veces generan ellos mismos los conflictos donde otros mueren y seguirán muriendo.

Por eso, los casos no sólo deben ser mirados de uno en uno, sino también como parte de un tablero donde cada jugada afecta a las demás piezas. Ocurrió en Siria, ubicado en una zona de alta importancia estratégica: Occidente se empeñó en el derrocamiento de Bashar el Assad, ayudó por debajo a los rebeldes y estuvo a horas de bombardear el país. Parte de esas acciones sirvió para fortalecer a una de las milicias opositoras, el Estado Islámico, ejército que ha tenido un avance vertiginoso contra el gobierno de la vecina Irak. La situación aterró a Occidente y, de súbito, el régimen sirio, tal como el de Irán, se convirtieron en aliados para enfrentar la nueva amenaza.

El ejercito del Estado Islámico ha avanzado en Irak

El ejercito del Estado Islámico ha avanzado en Irak

Por cierto, la vertiente bélica es la más turbia de un torrente donde se juegan los intereses geopolíticos, económicos, energéticos y de recursos naturales. No todo se resuelve con bombardeos, como se expresa en dos jugadas sucesivas realizadas por los gobiernos de China y Rusia:

Primero, firmando en Pekín un multimillonario acuerdo para suministrar más de 38 mil millones de metros cúbicos anuales de gas natural a la potencia asiática, asunto que por cierto no fue leído literalmente, sino como una reacción ante el intento de Occidente por aislar la posición de ambos países. Y luego, con la visita que hicieron a América Latina, en el contexto de la cumbre de los BRICS.

Todo fue simétricamente coordinado, Putin vino antes de la cumbre y partió por Cuba; Xi Jinping inició la gira después y se despidió del continente desde La Habana. Para que no quedaran dudas de la coordinación y, además, marcando en el mapa la isla caribeña, el punto más opuesto a la relación que Estados Unidos ha tenido con esta parte del mundo.

Los mandatarios de China y Rusia cerrando acuerdo por el gas.

Los mandatarios de China y Rusia cerrando acuerdo por el gas.

Los ejemplos se suceden cotidianamente y ocuparíamos este espacio y muchos más sólo en enumerarlos. Por mencionar solo el último: a principios de esta semana se realizará por primera vez una cumbre Estados Unidos – África, donde casi todos los jefes de Estado del continente se desplazarán a Washington. La cita se realiza en un contexto donde las potencias mundiales han volcado su mirada a esa región del mundo, por sus enormes riquezas de oro, petróleo y otros recursos.

Se trata de la misma zona donde, por otros medios, las potencias han sostenido a feroces dictadores, permitido matanzas, olvidado a los que mueren de hambre, sin haber dejado nunca que África se pusiera de pie para caminar por sus propios medios. Ya lo dijo un dirigente europeo a sus pares, por la crisis humanitaria de los migrantes: “Háganse cargo. Ellos vienen aquí por lo que ustedes hacen allá”.

 

El terror para un nuevo orden mundial

En la última situación que horroriza al mundo, en Gaza, es donde queda más en evidencia la hipocresía de una de las potencias, Estados Unidos. El gobierno de Obama apoya irrestrictamente a Israel y, siendo el único que puede hacerlo, no ha movido un dedo para impedir la masacre. Eso sí, no quiere que a su aliado se le pase la mano, pero no por los palestinos, sino porque el sentimiento anti-israelí podría explotar en Cisjordania y en el resto del mundo árabe, generando un nuevo remezón de inestabilidad a una región donde había gobiernos relativamente sólidos…hasta que Estados Unidos empezó a invadirlos, durante el gobierno de George W. Bush.

Por lo tanto, manteniendo su incondicionalidad e incluso vendiéndole más armamento hace pocos días a Israel (lo que provocó el repudio mundial), el gobierno de Obama ha empezado en los últimos días a desmarcarse de su aliado, pidiendo un alto al fuego. Incomprensible para el sentido común, pero impecable para el torcido modo en que se hace política internacional.

Portavoz del Pentágono, John Kirby confirmó el envió de más armamento a Israel.

Portavoz del Pentágono, John Kirby confirmó el envió de más armamento a Israel.

En otra región, Ucrania, la crisis en principio gatillada por la intención de la Unión Europea de expandirse a una zona que se encontraba bajo la influencia rusa, ha mostrado los posicionamientos de estos dos actores, más los de Estados Unidos y China.

Resulta evidente que asistimos a la transición a un nuevo orden mundial en que cada uno de estas potencias está fijando su posición.
Se ha dicho, simplificadamente, que la imprudencia de Europa despertó a Rusia, un gigante dormido. Lo cierto es que el gobierno de Putin está empeñado en devolverle a su país el lugar protagónico que ha tenido en los últimos siglos en los asuntos mundiales.

¿Qué produjo esto? Mirado en un tramo un poco más largo, el declive de Estados Unidos y Europa luego de 20 años de un orden mundial unipolar, cuyo primer hito fuerte fue el fracaso de su intervención en Medio Oriente y su incapacidad de gobernar la región. Posteriormente, el corolario se produjo con la crisis económica de 2008, mientras en paralelo China consolidó su economía hasta quedar a punto de convertirse en la más importante del planeta.

Por la redefinición del poder mundial recién descrita resulta importante, para esta región del mundo, el reciente encuentro de los BRICS realizado en Brasil y su cumbre conjunta con la Unasur. Las actuales circunstancias, con Rusia y China mirando hacia América Latina, coinciden en cierto sentido con la biografía del continente y de esta generación de líderes: un sentimiento antimperialismo yanqui en la juventud y luego, en la madurez, la reacción a las políticas neoliberales en los 90, en las que España como inversor jugó un rol protagónico.

Se trata de una oportunidad que podría permitirle a esta región del planeta crecer en unidad y soberanía. Es decir, el proceso de liberación de un imperio no debe finalizar con la anexión a otro.