Empresarios marcan el ritmo al Gobierno

Empresarios marcan el ritmo al Gobierno

06 Julio 2015

Lo cierto es que ellos prefieren el status quo a las reformas que prometió impulsar el Gobierno y de esa forma marcan el ritmo de la actual administración.

Radio U. de Chile >
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Ya no es crecimiento, sino confianza. Paracas, en Pisco, Perú, fue el lugar testigo del encuentro entre empresarios y la Presidenta Michelle Bachelet. Alberto Salas, el presidente de la Cámara de la Producción y el Comercio, no había tenido una reunión tan abierta con la mandataria, salvo la protocolar luego que asumiera al frente del gremio. Además, había sostenido encuentros con la ministra de Trabajo al momento de asumir el cargo, Javiera Blanco, y con el defenestrado ministro de Hacienda, Alberto Arenas. Luego, el líder del empresariado se reunió con el nuevo titular de Hacienda, Rodrigo Valdés, a quien ya había planteado la senda que debía tomar el Gobierno a partir del último cambio de gabinete. Las reformas que se tramitan en el Congreso y la baja en el ritmo de la economía fueron los temas.

Ahora, en Perú en medio de la Cumbre de la Alianza del Pacífico y cuando todo Chile está preocupado por la final de la Copa América, la mandataria recibe a los más conspicuos representantes del empresariado. Además del mencionado Alberto Salas, estuvo Hermann von Mühlenbrock, presidente de la SOFOFA, Hörst Paulmman, dueño de CENCOSUD, Juan Pablo Swett, presidente de la multigremial de emprendedores, Ignacio Cueto, gerente general de LAN, entre otros.

El tema principal planteado por Michelle Bachelet fue el de impulsar la inversión de cara a la baja en el ritmo de la economía. Sin embargo, los empresarios aprovecharon la oportunidad para insistir en que se debe modificar el rumbo de las reformas, morigerar los cambios comprometidos con bombo y platillo durante la campaña y avanzar en una agenda de confianza, “tender puentes de comunicación”, que estaban sino cortados, al menos afectados en sus cimientos y por los que los dueños del capital no estaban en condiciones de cruzar para conversar con La Moneda.

Así, las prometidas reformas al sistema laboral acusan un nuevo retraso y al mismo tiempo se augura que mejoras en las condiciones de los trabajadores no se van a registrar al menos en este periodo.

Ya en su primer mandato, Michelle Bachelet a través de su entusiasta ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade, comprometía cambios al mercado del trabajo. Pero hasta la campaña parlamentaria de Andrade, cuando lo sucedió Claudia Serrano, nada pasó con ese compromiso de incluir en el Código Laboral la negociación colectiva y la sindicalización automática.

Entonces, el argumento para retrasar los cambios y mejoras en las condiciones de los trabajadores se la endosaron al ministro de Hacienda de la época, Andrés Velasco, quien como se sabe no es proclive a hacer modificaciones al actual sistema, sino retoques que permitan mejorar la ganancia del empresariado.

Incluso, negociaciones que entonces fueron cerradas con los trabajadores del SENAME y los funcionarios de Gendarmería luego eran retrasadas por Hacienda que no visaba los recursos para terminar con las paralizaciones.

Ya antes, en el Gobierno de Ricardo Lagos, su tocayo, Ricardo Solari, impulsaba la flexibilidad laboral colocando como ejemplo la situación de Holanda, como si fuera posible comparar las condiciones económicas de ambos países. El intento provocó la advertencia de la Central Unitaria de Trabajadores de que “si el proyecto pasa el túnel Lo Prado, la CUT convoca a paro nacional”. Y aunque no se presentó la iniciativa en el Parlamento, el 13 de agosto de 2003, la Central llamó a una paralización total de actividades, hecho que no se ha vuelto a repetir con la intensidad y los alcances de esa movilización.

Ahora, el empresariado golpea la mesa en Paracas, llama a la Presidenta al orden y a terminar con promesas que no está en condiciones de aceptar. Y aunque sean pequeñas dosis, medidas calificadas como mínimas por los propios dirigentes sindicales de la CUT durante las últimas semanas, lo cierto es que los empresarios prefieren el estatus quo a entregar cualquier herramienta para que sea utilizada en beneficio de los trabajadores.

Sobre esta nueva postergación la Presidenta, al menos, le deberá una explicación al país, en especial a quienes volcaron en ella la esperanza de cambios.