Temuco, a los 23 años.

Temuco, a los 23 años.

22 Febrero 2014

¿Cómo era Temuco en 1904, cuando cumplía briosos 23 años? Me permitiré hacer una pequeña panorámica de aquel caserío que miraba a la Frontera queriendo convertirse en ciudad.

Diego Vrsalovic >
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Hay momentos en que la historia personal se cruza inevitablemente con el devenir de un contexto histórico o se encuentra inserta en un espacio determinado. Como si la fortuna hubiera tocado a las puertas de este columnista, la trayectoria propia está íntimamente asociada a la de Temuco. Es esta la ciudad ciudad en la que entró la penumbra de la madrugada, por primera vez en un lejano casi primer año desde el retorno de la democracia; urbe donde di mis primeros pasos, callejuelas periféricas donde tantas veces volví a pararme después de haber caído.

La ciudad y quien escribe estamos conectados, pues cumplimos años casi el mismo día. Temuco me aventaja, más o menos, por unas seis horas de diferencia, aunque con 110 años de diferencia.  

¿Cómo era Temuco en 1904, cuando cumplía briosos 23 años? Me permitiré hacer una pequeña panorámica de aquel caserío que miraba a la Frontera queriendo convertirse en ciudad.

En la capital de la República, las preocupaciones se centraban en la firma del Tratado de 1904 con Bolivia, mucho después de haber finalizado el conflicto bélico entre ambas naciones. El norte salitrero generaba ingresos para el Estado por más de 270 millones de pesos de la época, equivalentes al 56% del erario nacional.

Lejos habían quedado los años del primer disparo de cañón del Ejército, atemorizando a los primeros ocupantes. Pedro Aracena era nuevamente Alcalde de la ciudad, contándose entre sus obras la ampliación de los servicios comunales. De seguro asistió a la ceremonia de inauguración del Instituto San José, actual Colegio La Salle. Paralelamente, el insigne profesor Tomás Guevara realizaba las gestiones para adquirir un local apropiado para la instalación del Liceo de Hombres. El masón y empresario industrial y maderero Osvaldo Bustos cedería un terreno en la esquina de Luis Claro Solar con Barros Arana, al año siguiente. Eran los tiempos de la fundación del Liceo de Niñas, orientado hacia lo humanista, que antecedería a la Escuela Profesional de Niñas, actual Liceo Técnico Femenino.

En el año que Neftalí Ricardo Eliecer Reyes lucía sus primeras luces sobre la tierra, en el corazón de la Frontera ya se encontraba pavimentada la Plaza Aníbal Pinto, delineada por cuenta de los principales comerciantes de la ciudad. El alumbrado eléctrico se obtenía de una pequeña fábrica que existía en aquella época, propiedad del empresario Eduardo Menzel.

Hernán Trizano había cumplido su labor como gran vigilante de una ciudad progresista, impulsado por nuestra pequeña oligarquía para mantener el status quo en una tierra de tensión. En constante avance, Temuco comenzaba a concentrar la actividad comercial en el sector de la naciente Feria Pinto, de la que se tienen registros en 1903. De manera definitiva se había declinado correr la Estación de Ferrocarriles hacia la Plaza del Fuerte, pues los recovecos de nuestra geografía habían impedido que las vías avanzaran más hacia el sur orillando aquella terraza donde actualmente se emplaza la Avenida Barros Arana.

1904 encuentra a don Ascanio Bascuñán Santa María ocupando el escaño de Diputado por Temuco e Imperial. Hombre preparado en el área de los ferrocarriles, integraba las Comisiones Permanentes de Gobierno e Interior. Hacia el final de la década, llegaría a ser presidente de la Cámara. Contribuyó con sus conocimientos a los servicios de agua potable, puentes, caminos y vías férreas, por lo que no es extraño que se le recuerde con una calle.

Fue también el año donde Enrique Abel Stahlmann asumía la capitanía de la Compañía Alemana de Bomberos. Miembro cooperador de la Sociedad de Instrucción Popular, también se dedicó al comercio con la instalación de un Bar internacional donde funcionaba el Club Alemán de nuestra ciudad, en la esquina de Vicuña Mackenna con Manuel Montt. Tenía la poco ostentosa referencia de ser “uno de los establecimientos mejor montados en su jénero”.

En fin, desempolvando las viejas páginas de la historia temuquense los amables fantasmas de 1904 retornan prestos a revivir un nuevo 24 de febrero. Aquella ciudad de paso tranquilo, de naciente alumbrado público, de altos edificios de dos pisos que se levantan a recibir el sol por las mañanas, de tórridos veranos y copiosos inviernos recibía sus primeros 23 años. Desigual como todas las ciudades de la Frontera, de cuyos sectores populares pocos registros quedan en desmedro del comercio en permanente avance. Donde “florecía la quila” si es que la estación lluviosa era de temer.

Ese era parte del Temuco que cumplía años el miércoles 23 de febrero de 1904.

Estas son algunas letras de regalo por parte de quien escribe, a muchísimos miércoles de distancia, a poco también de cruzar el umbral de los 23. 

Foto: @miplazav, Twitter. La imagen es de calle Manuel Montt casi esquina Manuel Bulnes, mirando hacia el sur, a principios del siglo XX.