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Observadores de DD.HH: Cuando la ciudadanía ejerce la defensoría de los Derechos Humanos

18 Agosto 2012

Conoce quiénes y porqué decidieron resguardar los estándares de Derechos Humanos en medio de las manifestaciones por más violentas que sean.

Leyla Noriega Z. >
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Desde agosto del 2011 aparecieron en el corazón de las movilizaciones estudiantiles. Con cascos y credenciales que ellas y ellos mismos se hicieron donde resaltan: “DD.HH”.

No existe precedente que personas como yo o ustedes que leen esta nota, se autoconvocaran en Chile y decidieran ejercer la observación de los Derechos Humanos en las protestas en democracia, siendo una especie de movimiento silencioso que a la sombra de las movilizaciones estudiantiles ha aumentado significativamente.

Más que cascos y credenciales

“En función de las movilizaciones estudiantiles y el nivel de represión que vimos en las protestas, decidimos constituirnos como observadores de derechos humanos, entendiendo que nosotros pertenecemos a organizaciones tradicionales de derechos humanos y que teníamos una obligación moral de hacer algo y que no se repitiera las situación que vivieron muchos familiares en la dictadura”, explicó Marta Cisterna una de las integrantes de los Observadores de Derechos Humanos.

Y precisamente, esta organización voluntaria y autónoma de no más de veinte personas, nace desde la Red de Sitios de Memoria y Organizaciones de Derechos Humano, compuesta por la Casa Memoria José Domingo Cañas, la Comisión Ética Contra la Tortura, “Londres 38, espacio de memorias”, Colectivo 119 y Parque por la Paz Villa Grimaldi.

Quienes, con el poder que la historia les acompaña y la credibilidad por la persistencia en la búsqueda de la justicia,  buscan resguardar los estándares que en materia de Derechos Humanos, el país está obligado a observar no sólo frente a los compromisos internacionales que tiene el Estado chileno, sino por sobre todo, ante los compromisos que toda sociedad democrática debe cautelar ante la ciudadanía. 

Amparados sólo en la legislación internacional y de su trabajo en salvaguardar, promover y defender los derechos humanos, desde las casas de Memorias que son vestigios de una situación que no debe repetirse, determinaron que “lo que podíamos hacer es el trabajo de denuncia y hacerse cargo de ella, como auditores del Estado desde la sociedad civil”, agregó Marta Cisterna.

En búsqueda de la evidencia

En el transcurso de este primer año de funcionamiento, los Observadores de Derechos Humanos han establecido una pauta y manual de accionar. “Nos presentamos ante Carabineros para saber el procedimiento y donde llevaran a las y los detenidos. Salimos a buscar evidencia  en el marco de impunidad que existe en el país, para recabar antecedentes, hacer denuncias ante la justicia y que los responsables tengan una sanción”, explico Luciano García, argumentando que generalmente sólo se conoce la cifra de detenidos y de carabineros heridos, pero se desconoce la cantidad de víctimas de la violencia luego de cada manifestación ciudadana.

Las “tías de derechos humanos”

 El estreno de los “cascos blancos” en la multitud, fue en una de las protestas más fuertes donde las y los secundarios fueron los más afectados por la violencia institucional.  

“Los jóvenes menores de edad que han sido muy golpeados. Hemos visto costillas rotas, casos de tortura y abuso contra secundarios. Tienes una masa de cabros chicos que no tienen miedo, en un país marcado por el miedo y cuando llegamos los estudiantes se siente protegidos, incluso nos han dicho: ‘llegaron las tías de derechos humanos’”, narró Cisternas.

En esta cultura de la violencia instalada en Chile, convencer a las y los jóvenes en denunciar es un trabajo de confianza, partiendo por la constatación de lesiones que las y los Observadores realizan en alianza con el Colegio Médico, en un contexto donde las familias tienen miedo en hacer denuncias y atenerse a los procesos judiciales.

Asimismo cuentan con el apoyo de abogados de la Defensoría Popular y coordinaciones con el Instituto Nacional de Derechos Humanos, además de voluntades que históricamente han trabajado con las Casas de Memorias.

La piedra en el zapato

En este tiempo, la organización presentó un informe ante el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en octubre del 2011 con fotos, videos y  testimonios de adolescentes para denunciar la violencia policial en Chile.

A la fecha los Observadores de Derechos Humanos han visto como nuevos grupos similares han surgido. “Sentimos que se generó un empoderamiento en la ciudadanía, de decir “yo también puedo”, es como una bola de nieve. Es así como desde regiones se han contactado con nosotros y hemos llevado módulos de capacitaciones a Valdivia, Aysén, Antofagasta, San Antonio y Temuco”, aseveró Luciano García, quien explicó que no sólo están presentes en las movilizaciones estudiantiles, sino que hoy su presencia en la mayor cantidad de acciones ciudadanas donde haya represión inminente.

“En la medida que seamos la piedra del zapato, vamos  sensibilizando. Porque no queremos que los niños y jóvenes tengas las huellas que vivimos en la dictadura. Tiene que haber un despertar  con ciudadanos empoderados, que considere que los derechos humanos como garantías mínimas que el Estado debe resguardar”, concluyó la observadora.

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