Hace algunos años, un viejo lobo me increpó: "¿Acaso no has leído La Fundación?", me dijo. No, y no tenía por qué haberlo hecho. ¿Cómo la iba a conocer? Resulta que en los años siguientes si toqué el tema con alguien, fue porque yo se lo propuse. Es decir, por publicidad o conocimiento general, nunca habría llegado estas joyitas de la ciencia ficción.
El autor se llama Isaac Asimov, ruso crecido en Brooklyn, graduado en química en la Universidad de Columbia. Obviamente escribió libros de divulgación científica, no es puro cuento el hombre, pero, por muchos que sean los prejuicios envueltos en la siguiente pregunta, ¿cómo un hombre así pudo acercarse a la literatura? La respuesta son los cómics. El pequeño Isaac conoció allí la ciencia ficción y el sueño de viajar al universo.
Le hice caso al viejo lobo, leí La Fundación, primer libro de una saga que hasta ese momento yo pensaba constaba de cuatro libros. La cómoda novela de capítulos cortos me permitía avanzar de a poco y rápido, el estilo poco poético creaba un ambiente de aventura y suspenso, que no se detenía en metáforas, sino que las escenas seguían corriendo a toda velocidad; luego de meterse en ese tornado, es difícil dejar el libro. Caí redondito y tuve que conseguirme el resto de la saga (Fundación e imperio, Segunda Fundación y Los limites de la Fundación) . Un par de años después, vagando en esas comunes librerías caras donde se mira y no se lee (ni se compra), encontré Preludio a la Fundación, y enloquecí cuando supe que existía un quinto libro: Fundación y Tierra, sin duda el más hermoso de todos.
La historia se sitúa en el año doce mil de la Era Galáctica. Un matemático, Hari Seldon, resulta ser el único visionario que se da cuenta del decaímiento del gran Imperio Galáctico. ¿Cómo lo hace? El señor Seldon crea la ciencia de la psicohistoria, que permite predecir el comportamiento de masas mediante las estadísticas. Entonces viaja a Trantor, la capital imperial, un planeta que ya fue consumido en su totalidad por el urbanismo, no le queda una pisca de tierra al aire libre. El emperador no lo toma mucho en cuenta, pero termina consiguiendo un planeta en el extremo del imperio para desarrollar la Fundación. Los resultados psicohistóricos le habían dicho al señor Seldon que al caer el imperio, un periodo de treinta mil años de barbarie gobernarían el universo; por esto, la Fundación estaba destinada a crear la Enciclopedia Galáctica, una reunión del saber humano que reduciría la barbarie a sólo tres mil años.
Como dije, la poesía de esta obra no radica en un lenguaje hermoso, profundo; porque se puede hablar de lo existencial de una nebulosa, pero cosas que no conocemos, qué mejor que describirlas física y significativa mente. Entonces la lectura llega a nosotros lisa, pulida, con algunos tecnicismos, pero enredando una trama llena de historias trascendentales para el ser humano como especie. Por ejemplo, el último libro de la saga, Fundación y Tierra, cuenta la historia de Golan Trevize, un hombre obsesionado con el mito de que la humanidad alguna vez habitó entera en un solo planeta. Lo acompañaremos en su busqueda que terminará en la decisión por escoger el destino del universo.
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