Edwin A. Guiñez Frey: El reencuentro con los viejos ferroviarios

Edwin A. Guiñez Frey: El reencuentro con los viejos ferroviarios

07 Diciembre 2008
Este artista, oriundo y residente en Pitrufquén, está construyendo en la actualidad un gigantesco mural en la aún ignorada parte posterior del Museo Nacional Ferroviario Pablo Neruda. Por Anibal Barrera
Anibal Barrera ... >
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El artista Etwin Guíñez Frey está construyendo en la actualidad un gigantesco mural en la aún ignorada parte posterior del Museo Nacional Ferroviario Pablo Neruda. El tema de la obra de este oriundo y residente de Pitrufquén, alegoriza el imaginario de las labores que antaño se desarrollaron en ese recinto: el recio y hasta heroico trabajo de los obreros ferrocarrileros, una de las claves principales para entender la historia de Temuco.
¿Cómo perder de vista la importancia del tren en tanto que generador de la clase media temuquense? No podemos dejar de recordar que la llegada de la línea férrea hasta la ciudad del Ñielol en las postrimerías del siglo XIX, con el valioso aporte de los colonos alemanes que empezaron a arribar a la altura de 1883, marca el comienzo de un cambio cualitativo en la fisonomía sociológica y antropológica del Temuco que Pablo Neruda llegó a comparar con el Far West estadounidense.
Edwin Guíñez es licenciado en Arte con mención en Pintura de nuestra Universidad Católica. Con el aporte pecuniario de un proyecto Fondart regional, que alcanza la suma de 3 millones 600 mil pesos, este artista está contribuyendo a modificar el rostro de la antigua maestranza ferroviaria, con lo cual presta una colaboración cierta al remozamiento del antiguo recinto.
La apertura del recinto del Museo Nacional Ferroviario Pablo Neruda, inaugurado por el Presidente Ricardo Lagos el 24 de febrero de 2004, implicó la intervención de la desolada Casa de Máquinas y del edificio de Administración, hoy transformado en Galería de Arte, además de la reparación y restauración de los coches y locomotoras en exhibición.
Con su proyecto, Guíñez aspira a ampliar el recorrido de los aún pocos visitantes del Museo, además de mostrar el brioso arte pictórico en un nuevo lenguaje. El trabajo es arduo y no poco ingenieril: para materializar su propuesta artística –en riguroso blanco y negro, con empleo de pinturas de construcción anticorrosivas y resistentes al calor y a la humedad–, el artista debió cuadricular dos enormes superficies verticales y trabaja solitario sobre andamios que no dejan de representar algún grado de riesgo. Emplea rodillos, brochas y pinceles.
No cabe la menor duda de que el Museo Ferroviario es un hito que habla de una ciudad que aspira a sobrepasar la mediocridad y a encontrarse con su real identidad. Y tampoco cabe duda en torno al aporte a ese propósito de Edwin Alejandro Guíñez Frey.

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