Ha llegado una Gordita a la Ciudad

Ha llegado una Gordita a la Ciudad

01 Junio 2008
Las Super Gordis en Verano.
eXLyn Alegria >
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Estos días, donde la ansiada lluvia ha llegado a nuestra cuidad y me he visto mojada como un pollo en pleno centro y mostrando los calzones por cada chiflón de viento que viene siempre por nuestra retaguardia, pues bien, cuando aún falta para el invierno ya extraño mucho el verano.

Nunca estamos conforme con la estación que estamos viviendo; en invierno nos matamos de frío, tenemos que vestirnos con ropas gruesas o chombones de lana, que al igual que en la tele, nos aumentan como cinco kilos, pero a su vez, nos permite disimular muy bien esos rollitos regalones. También es una estación en que hay menos luz y el vestirnos de negro nos permite pasar mucho más piola que en primavera o verano. Yo creo que esta época, al igual que el otoño, es un buen tiempo para varia cosas, por ejemplo y la más recurrente, es la de comenzar las dienas, para prepararnos para el terrible momento de sacarnos ropita, ponernos poleritas o mostrar los trutros con las falditas cortas. En verdad que el verano es un “temazo” para los gorditos, sobre todo para las “Super Gordis”.

Recuerdo que hace años tenía un amigo de mi raza, que siempre salíamos de veraneo con su familia y cada vez que nos tocaba la hora del chapoteo pasaban dos fenómenos familiares: Por mi lado, me iba muy lejos, con mi amiga o prima de confianza en busca de mi “playa privada”. Allí pasábamos toda la tarde, hasta que llegaba mi madre a buscarme con un rostrito que ni les cuento. Por la otra familia, mi amigo nunca se sacaba la polera, ni fuera ni dentro del agua. Hoy ya grandes, nos dimos un día al recuerdo y a reírnos de todas las anécdotas familiares que compartíamos en algunas vacaciones.

Yo le pregunté lo de la polera y él tímida y avergonzadamente me cuenta que su guata desde entonces ya tenía más estrías que una madre embarazada y era algo que nunca mostraría a nadie. Por mi parte le contaba que mi playa privada era la solución de los gordos. Primero siempre hay que ir de vacaciones con una amiga o prima de confianza que sienta que sólo con ella tú eres libre y sin trancas para que te aguante la caminata hacia la isla de la fantasía, un lugar donde tomas sol casi en topless, te bañas y sales sin envolverte la toalla hacia la arena caliente, te llenas de bronceador de coco, de ese que fríe y llegas a la ciudad toda bronceada o achicharrada más bien. Pero demostrando que tuviste el mismo verano que una flaca.

Bueno esto era en mi caso y el de mi amigo, pero díganme si no es un panorama observar a gorditos en la playa. chistemalo.jpgSi he observado que los esposos miran raro y hacen comentarios muy ácidos a sus propias señoras. Si hasta yo lo he hecho, por eso soy perseguida. Jajaja. 

Hay gorditas que en verdad son de admirar, llegan y se sacan la ropa delante de todos, estiran su toalla y rajan al agua. Salen estrujándose el pelo como modelo, llegan a sus puestos, se aplican bronceador de pie y se deslizan sobre la arena a tomar sol. Esas si que me gustan!! Pero la mayoría no es así; llegan a la playa, se ubican con sus monos y petacas lo mas cerca del agua para entrar rápida y mágicamente. Abren el quitasol, bien bajo, la cuestión que no necesariamente que tape bien el sol, lo que se requiere es que los giles que están tras de uno pierdan visibilidad hacia nuestra toalla. Se sientan y comienzan a sacarse la ropa bien de a poco; primero los pantalones y calcetines… Unas buenas miradas para los lados… y … la polera. Casi antes de sacarla ya están de espalda. Y ahí se quedan un buen tiempo, así como para que el medio se acostumbre a nosotros. Luego y cuando nuestros vecinos están entrando al agua sacamos los bronceadores y nos quedamos bien untadas… y vuela de espalda. Sabemos ahora que tendremos que esperan un buen tiempo antes de entrar al agua, hay que dejar que los vecinos se sequen, se bronceen y vuelvan a tener calor, para ir tras ellos al agua.

Bueno, la salida es otro tema, casi siempre necesitas un cómplice que justo y disimuladamente esté en la orilla esperando que cuando salgas del agua te pase la toalla para que llegues envuelta a tu lugar. Esa no falta.

Bueno, la verdad que hay miles de comportamientos en las playas de nuestro país, cada una de ellas depende de cada gordito; de sus personalidad, carácter, reforzamiento familiar, amigos con los que esté, pero si de algo estoy segura es que cada uno de ellos hace un esfuerzo por parecer normal, sabiendo a cada instante que es diferente y que de seguro es observado, pero que sólo hay algo en su mente, el ser feliz y disfrutar de esta larga costa que es para todos los Chilenos.

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