\'Lugar sin Limite\'

25 Octubre 2007
El Lugar sin Límites, así se llama la novela corta de José Donoso. Los invito a leerla, pues sus poderosas imágenes nos develan esa institución, la hacienda, que por más que tratamos de negarla continúa siendo un componente de nuestra identidad.
Jorge Bravo >
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La hacienda cimiento de la apelación al orden, bastión civilizatorio de las comarcas habitadas de seres condenados al anonimato y  que están dispuesto a prestar sus servicios al patrón, pues la rebelión lejos de asegurar el éxito hará más cuesta arriba la vida y  el que lo intente terminará pidiendo que la Providencia le llevé aun mundo más justo que este.

La convivencia acordada entre la Hacienda y el prostíbulo del caserío de la Estación  El  Olivo nos remite al  poderío del patrón  que dispone de la vida de todos lo que lo rodean. Hasta los que se escapan  a su tutela se condenarán al dar muerte al que finalmente sabía que no tenía escapatoria.

Solo los frutos, la naturaleza que crece protegida por los hombres se reproduce es la fuente del poder hacendal más allá que el dominio de los hombres. Don Alejo, el patrón protege su familia, le interesa dejar un legado, pero para eso necesita la total indefensión de  quienes le sirven, los que pueden surgir  lo hacen  contrapelo de él, evitando el enfrentamiento aferrados también a un vínculo familiar que le da un sentido para buscar su superación.

Pero el que no logra propiedad pasará al olvido, se negará así mismo la posibilidad de  trascender quedará inmerso en los derroteros del sufrimiento que  en el mejor de los casos aplacará la creencia, no habrá redención por estos pagos, solo disiparse lo más que se pueda, mientras el cuerpo aguante. La voluntad alcanzará para embriagarse y sacudirse la modorra a punta aferrarse a pieles arrojadas a la caricia a causa de aventurar al menos una existencia más allá del sometimiento patriarcal. Placer al menos, a falta de esperanza, de sanación, emprendimiento o simplemente arrojó por buscar nuevos rumbos más allá de los dominios del Patrón.

Leer la novela de nuestro clásico escritor es reconocer un tiempo arquetípico, es preguntarse  si en los hospitales, las escuelas, las empresas, las oficinas públicas en fin en las instituciones y organizaciones de la patria  hoy, las situaciones de maltrato, vejámenes e injusticia que a diario se verifican no siguen siendo una manifestación del dominio de los que tienen una posición de poder por sobre los otros a lo que se identifica como anónimos obligados aceptar la reglas de los que reparten las cartas de un  juego único, en donde la alternativa sería irse, arrancarse del corazón lo que ata al terruño, para forjarse una identidad propia, lejos de las señales ya trazadas por los poderosos señores que regulan el día a día de Chile a campanazo o con el ulular invariable de la  sirena al empezar y terminar de la jornada laboral.