Nuevamente me encuentro escribiendo sobre los femicidios. Nuevamente una nueva mujer es asesinada por su pareja, marido, pololo, ex pareja. Gran parte de ellas habían decidido terminar con la violencia, se habían separado, habían denunciado, o pedían protección. Es decir habían tomado la decisión de terminar con la violencia.

Sin embargo ellos decidieron que ellas no podían dejarlos ni menos denunciarlos, que ellas no podían terminar con la relación, que ellas no podían decidir sobre su futuro, que ellas eran de su propiedad, y que podían decidir sobre su vida o muerte.  “Es mía o de nadie”, “Lo hice por amor”, dicen los femicidas.

Y es profundo este sentido de propiedad. ¿Pero cómo llega un hombre a decidir que la vida de una mujer está en sus manos? ¿De dónde nace este sentido de poder? Pero lo que más  interesa en esta nota ¿Qué rol juegan los medios de comunicación en la construcción de lo que podemos denominar “violencia simbólica”?

Si partimos de la noción de que cada cultura elabora de manera diferente lo que es ser hombre o mujer, y de que en nuestras sociedades los medios juegan un rol central en la denominada “socialización” ¿Como influyen los medios en la construcción social del género?

Algunas de las respuestas que podrían plantearse son: estereotipando imágenes y roles de hombres y mujeres, idealizando un modelo de cuerpo, definiendo los conceptos de “bello” y “feo”, estereotipando la sexualidad, convirtiendo a la mujer en un objeto sexual, de consumo y propiedad, transmitiendo imágenes de violencia en las relaciones personales y sociales.

Sin embargo la relación Violencia y Medios de Comunicación es compleja y polémica. Podemos afirmar que los medios están saturados de violencia física, psicológica y simbólica. ¿Pero en cuanto ella “influye” o es responsable en las conductas violentas de la sociedad? Al menos es difícil sostener que no provoque ninguna consecuencia pero tampoco que sea la causa determinante.

El sociólogo francés Pierre Bourdieu señaló que la dominación masculina es la forma paradigmática de la violencia simbólica, ya que coloca a las mujeres en el plano de objetos simbólicos, mantiéndolas en un estado permanente de inseguridad corporal o de dependencia simbólica. Por su parte el filósofo francés Michel Foucault, sostuvo que el poder atraviesa, primero que nada, los cuerpos. Por tanto podríamos pensar que el control sobre el cuerpo de la mujer es uno de los principales “objetos” de propiedad para un hombre formado en nuestra cultura.

Sin duda el tema seguirá presente. Aunque resulte chocante y sorprendente, pareciera que mientras más visible se hace el tema de la violencia, más ésta se acentúa, y mientras los medios empiezan a hablar en términos de femicidio, siguen sobreexplotando modelos de lo femenino y lo masculino (ella obsesionada con la belleza/ él competitivo por naturaleza) que sostiene la naturalización de los roles de género en pleno siglo XXI.

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