11 de septiembre

11 de septiembre

11 Septiembre 2007
No se debía tranzar con nadie, sin pensar que justamente por tranzar, Allende era presidente electo, al mismo tiempo y como proceso automático a la fragmentación que inició el logro social, se incubó un odio patente, irracional, temeroso y cobarde.
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Por Juan Alfaro
Lo acaecido el 11 de septiembre en Chile merece mas que las líneas a escribir, solo un pequeño ensayo.....un escondite literario.

El proceso histórico en el cual la democracia Chilena continuamente se fue perfeccionando al paso de los años, en los cuales el pueblo de Chile centímetro a centímetro consiguió superar las barreras presentadas al entendimiento, por parte del individualismo, logró la elección de una OPCIÓN representativa para los cuidados con respecto al interés y bien colectivo, revistiendo en la figura de Salvador Allende y su coalición ese anhelo.

La opción elegida por Chile en aquellos tiempos y para muchos era la vía realista e indicada para la cultura patria, la esencia de ser Chileno, y transportaba esa recuperación histórica de las raíces aborigenes como la moda y la música de la U.P a manera de revolución, que como lo dijo el mismo Allende eran con sabor a empanada y vino tinto. Sin embargo, intereses foráneos y contaminantes del espíritu democrático social Chileno adquirieron una cierta virulencia en los dirigentes de la U.P. sobre su discurso se antepuso la intolerancia al entendimiento logrado, esto estriba en que conseguido era un experimento de lo que podía lograr la democracia, remar millones de personas para el mismo lado, al mismo tiempo y con el mismo entusiasmo.

Esto restringió la alabanza de lo acaecido e imprimió un velo de irrealidad al echo que Salvador Allende se sentara en donde estaba puesto, ni ellos se lo creían y por eso no se debía parlamentar ni tranzar con nadie, sin pensar que justamente por tranzar, Allende era presidente electo, al mismo tiempo y como proceso automático a la fragmentación que inició el logro social, empezado mucho antes de la elección de Salvador Allende se incubó un odio patente, irracional, temeroso y cobarde de lo que pudiera venir despues de ello, que todos se pusieran de acuerdo era algo en extremo descorcentante y y se eso podría llegar a pasar solo Dios lo podía lograr si se animaba a bajar y juzgar a todos estos pobres mortales que hacen fila por un kilo de pan.

La fragmentación del comprender en la izquierda les llevo a pensar que tenían una verdad, más genuina que la de hoy por cierto, pero como verdad no se sabe que hacer cuando la tienes, esa verdad del lado derecho......que renegaba de los orígenes sudamericanos les asustó y corrieron detrás de los fusibles a acuartelarse hasta que les dieran la orden de masacrar, con un apoyo de quienes admiran por supuesto una corriente que no son precisamente las forma de organizarse de los aborígenes de aquí.

El que quedó huérfano ahora fue el pueblo, que nuevamente a causa de su clase de dirigentes, no supo dar respuesta a los altos designios que la organización popular les había resuelto como mandato divino en acciones consecuentes al espíritu constitucional.