Cuenta Social: 10 años de aprendizajes y experiencias para el desarrollo sustentable

Cuenta Social: 10 años de aprendizajes y experiencias para el desarrollo sustentable

30 Agosto 2007
Hace unos días, la Agenda Regional de La Araucanía -AGRA- celebró sus 10 años de experiencias y aprendizajes para el desarrollo sustentable, marcando un hito importante en la gestión organizacional de esta red.
Claudio López >
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La presentación del recuento de lo que han sido estos 10 años para AGRA actuando en un contexto caracterizado por los paradigmas del modelo de desarrollo neoliberal hoy dominante y divergente de los paradigmas del desarrollo sustentable que caracterizan a esta red, han significado tiempos de resistencia y de sobrevivencia, pero en el cual han logrado que sus organizaciones mantengan la voluntad de asociarse para construir un colectivo de referencia de otra visión del desarrollo, conformando así una comunidad de lenguaje con una posición estratégica y logrando ser un bastión de la diversidad, tanto por su composición como red, como por la valoración de la diversidad de esta región, dado por su dimensión multicultural, como por su diversidad de identidades que la componen.
 
La expresión del trabajo de AGRA ha sido la generación de prácticas compartidas entre las organizaciones socias y su relación tanto individual de cada organismo como del colectivo con las organizaciones principalmente rurales y el desarrollo local. Así encontramos, manifestó Angélica Hernández secretaria ejecutiva de de AGRA, una diversidad de iniciativas vinculadas a los derechos indígenas, la soberanía alimentaria, la economía solidaria, iniciativas de participación social regional y binacional, la sustentabilidad ambiental, las conexiones con movimientos sociales, son algunas de estas expresiones.
 
Un nuevo aporte de esta RED lo constituyó el lanzamiento del Primer Concurso Regional de Tesis sobre Desarrollo Local y Regional, Contribuciones a la Sustentabilidad “Fondo Angélica Celis Salamero” en homenaje a la profesional y socia fundadora de AGRA que tanto aportó en diversos campos del desarrollo a la región, en especial a sus trabajos relacionados con la emergente institucionalidad indígena, la producción agroecológica, organizaciones locales y movimientos sociales entre otros, como sus contribuciones a la conservación de la biodiversidad a escala internacional. Este fondo lanzará su primer concurso en diciembre de este año.
 
desarroo.JPGUna panorámica regional, nacional e internacional de la configuración de las relaciones que hoy se dan entre los diversos actores sociales y los impactos del modelo de desarrollo imperante, fue el resultado del panel de conferencia en el cual participaron Patricio Navia y Camila Montecinos, moderado por José Aylwin del Observatorio de Derechos de los Pueblos Indígenas. A juicio de los presentes resultó muy interesante la visión desde dos diferentes perspectivas vinculadas a sectores sociales distintos. Que ocurre en el nivel nacional respecto de lo regional fue lo central que argumentó Patricio Navia, concluyendo que la falta de información y de interlocución entre ambos arroja un resultado negativo para la región, pues en definitiva las decisiones se toman en Santiago. Por su parte Camila Montecinos realizó una retrospectiva de lo que ocurre hoy  con el modelo económico y sus impactos, y el nuevo reordenamiento que se va configurando en las organizaciones sociales a nivel internacional y nacional. Posteriormente el panel de experiencias y aprendizajes desde las iniciativas de la sociedad civil, moderada por Marcelo Carrasco de GEDES, fue lo que presentaron diversas organizaciones miembros de AGRA, ellas fueron la Sociedad Lonkokilapang, Centro de Educación y Tecnología para el Desarrollo del Sur, ONG Gestión y Desarrollo, el Centro de Desarrollo Sustentable y el Centro de Estudio Socioculturales de la Universidad Católica, y AGRA como red.
 
Algunas de las ideas fuerza que emergieron de esta Cuenta Social fueron las siguientes: Existen visiones e intereses distintos entre los estamentos público institucionales y sus alianzas con empresas, con las que poseen organizaciones de la sociedad chilena, dificultan la convergencia de un diálogo constructivo que concluya con la implementación de acuerdos y miradas hacia la sutentabilidad. Existe un modelo hegemónico que intenta alinearnos en una visión centrada en la economía de mercado y que deja de lado los temas sociales y ambientales, lo cual margina a un sector importante de la población. Lo anterior es un hecho que afecta no solo a los sectores ciudadanos y/o populares, a nivel académico las ciencias sociales y las visiones desalineadas también tienen que luchar para sobrevivir, pues no tienen apoyo de las autoridades universitarias para expresar dicha diversidad. Falta de diálogo entre los distintos estamentos sociales, tanto desde la perspectiva de la multiculturalidad, como desde las perspectivas sociales y económicas diversas. Los instrumentos públicos generan una estrategia de inversiones, llámense cluster forestal, agenda pro-crecimiento o región agroalimentaria, cuyo objetivo es que las empresas accedan a inversiones, marginando a las economías pequeñas o locales de participar de ella. Mantención de la pobreza, migración de comunidades son resultados de las estrategias públicas que pretenden dejar territorios disponibles para la inversión. Existe un diagnóstico compartido en la sociedad respecto de la situación socio política, sin embargo existe una gran incertidumbre en como asumir acciones colectivas hacia caminos que contribuyan a mejortarla.
 
Se ve al Foro Social Regional como espacio de diálogo ciudadano, que puede aportar a superar dicha falta de diálogo de la sociedad civil. La revalorización de las economías locales y sus expresiones de solidaridad y de quehacer colectivo son necesarias para permitir la resistencia al modelo imperante. Este modelo debiera de ser incluyente en torno a apoyar diferentes estrategias dando así vinculación a la economía de exportación con la seguridad interna de la nación, referida a implementar una economía incluyente que de trabajo y seguridad social, seguridad alimentaria, disminución de la pobreza, entre otros.
 
Así mas diálogo, mas solidaridad, políticas incluyentes y aceptación de la diversidad social de esta región en particular, son las salidas a esta situación de carencias existentes hoy en día producto de un modelo que margina a un basto sector de la población.
 
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Imagen de Fernando Javier Galeas

En los años noventa volvió

En los años noventa volvió a repetirse el efecto de la globalización y la liberalización del comercio exterior, que llevó a una crisis de la agricultura. Los cultivos tradicionales para el mercado interno se redujeron en pocos años. Cuando se creía asegurado el autoabastecimiento alimenticio, las importaciones volvieron a crecer. En los años 1997 al 2002, las deudas de agricultores y campesinos aumentaron por los altos intereses fijados y la contracción del mercado interno, resueltos por el Banco Central y el gobierno. Las importaciones de alimentos a precios artificialmente bajos perjudicaron a los agricultores que producen para el consumo interno.

La gran masa de los trabajadores del campo no se benefició de los años de auge. Los puestos de trabajo disminuyeron. En los comienzos de los noventa los mejoramientos fueron mínimos, comparados con las ganancias de las compañías exportadoras. El ingreso promedio del trabajo en las zonas rurales era en el año 2000 inferior al de 1990. En las faenas agrícolas y forestales, los subcontratistas descuentan un 30% o más del salario que pagan los empresarios, sin garantizar seguridad en el transporte, ni el pago de las cotizaciones previsionales y de salud.

Por otro lado, la política del cobre, desde Pinochet a Bachelet, se rige por el Decreto Ley Piñera que transfiere el ejercicio de la propiedad de los recursos minerales, mediante la llamada "concesión plena". Chile perdió en diez años 4.538 millones de dólares adicionales al permitir que gran parte del mineral extraído se exporte en forma de concentrados y no de refinados. Por otra parte, durante los últimos diez años 43 empresas transnacionales de un total de 47, simuló "pérdidas" en sus balances, con el fin de no pagar impuestos. Un amplio sector de la opinión pública apoya el establecimiento de un royalty o regalía similar al que estas mismas compañías pagan a los estados donde tienen inversiones similares.

Durante los noventa, la deuda externa de Chile siguió aumentando. Al alcanzar la mitad del Producto Interno Bruto, la Deuda Externa vuelve a convertirse en el presente en una bomba de tiempo que puede estallar, ante una nueva crisis internacional. Un ejemplo es Enersis. Sin haber aportado un solo kilowatio , Enersis, acumuló una deuda de 12.000 millones de dólares, cifra equivalente a poco menos de un tercio del total de la Deuda de Chile.

Una expresión del dinamismo con que se expanden las multinacionales en Chile es el hecho que sus ventas han crecido más que el Producto Interno Bruto, más que las ventas de las empresas estatales y más que las empresas privadas. Si continúa la transnacionalización sin límites, al momento de celebrar los 200 años de la Independencia Nacional, la mayor parte de la economía estará controlada por las multinacionales. A fines del 2003, el valor acumulado de las inversiones extranjeras sumado a la deuda externa constituía un pasivo total de unos 85.000 millones de dólares. Como resultado de este proceso, los envíos al exterior de las rentas netas del capital transnacional se incrementan constantemente.

La globalización neo-liberal ha contribuido a una mayor concentración de los activos en pocas manos, no sólo del capital extranjero, sino también de los grandes empresarios chilenos. Unos 90 grupos financieros controlan la mayor parte de las grandes empresas. El 10% de la población más rica del país ha aumentado fuertemente su participación en el ingreso nacional en los últimos treinta años. En vez del "crecimiento con equidad" el resultado ha sido un "crecimiento con desigualdad".

El Tratado de Libre Comercio entre Chile y Estados Unidos profundizará la trasnacionalización de la economía chilena.

La inversión foránea directa, uno de los objetivos del Tratado, no es la única fuente de capital procedente del exterior. Economías que han experimentado un formidable desarrollo han recurrido muy poco a este tipo de inversión foránea, mas bien la han limitado estrictamente. En general, será preferible recurrir al crédito externo como complemento para financiar inversiones rentables de las empresas nacionales en vez de fomentar la instalación de las multinacionales. El Estado debe reservarse el derecho de aceptar o no el proyecto inversor, debe evaluar las ventajas concretas que representa y compararlo con sus costos y otras alternativas para el país.

En materia de recursos naturales, un dominio preferente de las inversiones extranjeras actuales, debe extenderse el principio constitucional de que los recursos naturales son de posesión plena del Estado, sin perjuicio de formas limitadas de concesión a privados.

Chile requiere de un Proyecto Nacional de Desarrollo. El PND nos debe instar a regular respetuosamente nuestro intercambio con la naturaleza. Esto implica reanudar la estrategia industrializadora, interrumpido hasta hoy, pero adaptado a las perspectivas del siglo XXI. Se deben caducar las concesiones onerosas, desarrollar un fuerte sector público, delimitar y garantizar el desarrollo de las distintas áreas de propiedad, estatal, regional, municipal, social, privada, mixta, de cooperativas y de trabajadores.

Esto significa una nueva estructura de ingresos, tributarios y otros que transfiera recursos desde los sectores minoritarios hacia los programas sociales y hacia la inversión productiva pública. Redistribuir es tarea políticamente difícil que será resistida por los afectados, por todos los medios. Por eso se requiere contar con apoyo de una amplia mayoría nacional. Se necesita un nuevo Estado que se haga respetar, con autoridad moral, pero nada autoritario y muy participativo, un poder transparente y sometido al control ciudadano.

Pero la soberanía no puede ser un camino solitario, al margen de nuestros vecinos y hermanos. Nuestros estados latinoamericanos en alianza con los del mundo en desarrollo, más el apoyo de los movimientos y gobiernos solidarios del primer mundo, pueden constituir una fuerza capaz de abrir paso a otro mundo posible, a una nueva vía hacia la integración mundial, pacífica, democrática y justa.

Imagen de Andrea Castillo

todo espacio de

todo espacio de participación ciudadana en un país y sobre todo en una región siempre será bien recibido, que bien ver estos espacios en la región, donde todos estemos invitados de una u otra forma a participar.