Mientras caminaba por una de las calles del siempre atestado Temuco, pegado a un muro, encontré un afiche, que invita a asistir a la Tocata Santa María de Iquique, obra Maestra de la agrupación musical chilena Quilapayún, que se presenta en la Capital Regional por estos días. Y recordé la primera vez que leí la historia de la Matanza de la Escuela Santa María de Iquique, donde fueron asesinados niños, mujeres y hombres, que sólo pedían mejores condiciones de salario, mejores condiciones para vivir, hace 100 años en Chile. 

No alcanzaba a terminar de pensar en eso, cuando me encontré con la seudo polémica, que a través de los medios de comunicación, se ha planteado, por las palabras de una autoridad de la Iglesia Católica, Monseñor Alejandro Goic, respecto a “sueldos éticos”. 

No voy a plantear mi idea política, que la tengo muy clara. Por lo demás seré displicente y voy a omitir algunos dichos, que considero realmente poco atinados, de algunos señores que dicen ser representantes de la gente. Sin embargo, me parece no menor lo expresado por Monseñor Goic; y que bueno que alguien lo diga. Por que sabemos de sobra, que en Chile, existe una de las más malas distribuciones del ingreso en el mundo y justamente fue eso, lo que trabajadores de las salitreras, ya hace cien años manifestaban en la Escuela Santa María de Iquique. Y eso les costó la vida. 

No voy a politizar las palabras de Monseñor Goic, porque no corresponde bajo ninguna circunstancia. Pero si quiero manifestar que muchas personas pensamos exactamente lo mismo, desde hace mucho tiempo (aunque muchos se acuerdan sólo cada 4 años),que la economía mal distribuida, tiene a una gran cantidad de compatriotas endeudados y con escasas posibilidades de entregar a sus hijos, lo necesario para alcanzar mejores destinos. Y eso no es política, sino justicia social. 

La madrugada del jueves, observé a un vecino y amigo que conozco desde que ambos éramos niños. Y en la mañana fría, sentí tristeza, porque ambos íbamos a trabajar, pero en muy distintas circunstancias. Porque yo , después del Liceo y gracias a mi familia pude estudiar, pero él no. Entonces pienso, ¿si eso es justo? Si algunos pueden, porque tienen, me parece lógico; si otros pueden porque se esfuerzan, es justo; sin embargo, si otros, que son muchos, no pueden porque no alcanza, me parece una vergüenza enorme para el país y me refiero a cada uno de nosotros. ¡Y de eso estamos hablando! 

Es obvio que una pequeña empresa, no pueda pagar más a sus empleados por su trabajo, pero hay otras que facturan grandes sumas. Yo fui papá a los 21 años y tuve que estudiar y trabajar, y mi trabajo valía muy poco, en una gran empresa. Y realmente es amargo trabajar harto y ganar poco. 

Hay un sector, al que históricamente no le gusta hablar de este tema y lo han vuelto a demostrar con creces durante estos días. Mientras hay otro sector social, que no habla, por miedo a perder la pega. Entonces miramos de afuera todo lo que pasa, miramos como camina Chile o como progresa el país montado en un 4x4 de última generación, mientras en silencio seguimos lentamente parados sobre la micro o en un colectivo Lada. 

Yo hablo de lo que se, porque muy sociólogo seré hoy, pero también he sido obrero, igual que mi papá cuando empezó a trabajar; y sé muy bien cuantas papas se pueden compran con 100 pesos. 

Sobre esto se debe legislar. Pero dudo que alguien se acuerde de los "ofertones", que sólo se escuchan en el país cada cuatro años, porque hoy estamos fuera de temporada y no es un tema prioritario, claro y simple. 

No puede ser mejor analogía de lo que pasa con la clase política y la gente, esta siguiente frase "ojos que no ven, corazón que no siente".

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