Alejandro Goic,  presidente de la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica, ha sido el intermediario, y la cara visible, de la Iglesia Católica frente a la problemática de los trabajadores de Codelco. 

El Diario Electrónico El Mostrador publicó esta semana una nota titulada ‘Cediendo las banderas a la Iglesia Católica’.  "La crónica incapacidad de la Concertación, y del mundo político en general, para resolver en profundidad los conflictos sociales desde las propias instituciones, supone legar una pesada hipoteca a la construcción libre y republicana del futuro de Chile." Así comienza esta nota que refleja lo anteriormente dicho: Intervención de otros organismos en asuntos del Gobierno.

Fuerte ha sonado su nombre, y específicamente aquí presento una síntesis sobre ésta publicación.  “El obispo Alejandro Goic se ha alineado con la tradición pastoral dialogante de la jerarquía católica chilena de los años 60 y 70 e incluso de los 80. Así, el atasco del conflicto de Codelco fue su oportunidad para intervenir en las negociaciones y criticar de paso los graves desajustes socioeconómicos que sufre el país y el tipo de desarrollo vigente”,  señala el texto.

Goic declaró a un medio de comunicación: “Tal como la Iglesia intervino en momentos difíciles, cuando se violaba la dignidad humana, ahora queremos defender y valorar el derecho de los trabajadores”.

Después de diecisiete años de gobiernos concertacionistas, el resultado es tan precario que la Iglesia Católica no sólo actúa ante un relevante conflicto laboral, sino que prácticamente es solicitada para que lo haga. Chile se encuentra, así, a la altura de algunas repúblicas de baja gobernabilidad que necesitan de operadores externos para resolver sus más esenciales problemas.

Alejandro Goic, el mediador.

Exitosa fue la intervención de Goic en el conflicto Codelco. Con esto el obispo ha logrado establecer, nuevamente, a la Iglesia en el centro de la conversación. Esto ha sido un respiro para la entidad, tomando en cuenta que en el último tiempo estaba siendo reconocida por sus malas obras, más que por lo que representan. Por ejemplo la pedofilia y el ocultamiento de información por parte de algunos prelados produjo irritación y desconfianza tanto en las víctimas como en la ciudadanía en general.

El obispo de Rancagua pertenece a la  generación de jerarcas opositores a la dictadura,  de los cuales se destaca su gran sensibilidad social. Después de haber salido de escena los viejos próceres batalladores, como Silva Henríquez, Santos, González, Contreras, Camus o Ariztía, el ala más conservadora ha estado dominando totalmente la Conferencia.

A pesar de los años de  gobiernos concertacionistas, lo que vemos como resultado son situaciones tan amargas que se hace urgente la intervención de entidades como la Iglesia, con el fin de encontrar soluciones a tales problemas sociales.

Problemas Sociales, Temas repetidos

En la nota del Mostrador se señala: “El orgullo chileno de que aquí las instituciones funcionan es desmentido largamente por los hechos, en capítulos tan básicos, por ejemplo, como el cumplimiento de las leyes laborales. Pero lo más triste es que las críticas de la Conferencia Episcopal católica y del mismo Goic apuntan a temas muy obvios: la inequidad del reparto de la riqueza, los salarios mínimos que no son éticos, el trato laboral indigno. Todo un paquete inobjetable de problemas que son seguro semillero de futuros conflictos”, expone el diario.

Seguimos observando cómo las tomas de decisión del gobierno – y la elite política en general-  sigue minimizándose, reduciendo su capacidad para hacer frente  a los conflictos  sociales desde las propias instituciones, y con esto, empezar a recurrir al auxilio de otras personalidades influyentes  como la Iglesia Católica.

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Fuente: elmostrador.cl