Reflexiones Post Mundialeras: perspectivas de lo que nos dejó la derrota ante Argentina (Parte 2)

24 Julio 2007
Visto desde un bar Porteño en el corazón de Buenos Aires, la historia del choque de semifinales fue un Tango amargo y conocido.
Naoj Sandoval >
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Se acabó el Mundial y al final después de tanta amargura un sabor dulce en los labios permanecerá en la historia tras el digno tercer lugar que abulta en algo las escuálidas hazañas de nuestro fútbol.
 
Veamos entonces con algo más de mesura lo que me ha dejado el partido que nos impidió ser campeones del Mundo. Sin pretender ser autorreferente, debo comenzar por señalar que soy de esos hombres, que sin ser un fanático tiene la pasión y el amor suficiente a la camiseta como para sentir que en la vida hay determinados momentos en los que vale la pena vivir intensamente y apostar al honor, al triunfo, a la epopeya. Y resulta que no es fácil ser hincha del fútbol en un país como el nuestro, donde no existe en los futbolistas famélicos (mal formados en buena parte de los equipos "grandes" y en casi todos los equipos chicos) la convicción ni la sana ambición de ganar y claramente no se puede de la nada pensar en ser campeones del mundo, cuando los chicos no tienen ni la educación suficiente ni el dinero para ir a entrenar. Menos aún los estamentos deportivos tienen la intención -salvo excepciones claras- de hacer las cosas de manera profesional y bien planificadas, llevando adelante un proceso técnicamente bien diseñado que permita logros deportivos y económicos sostenidos en el tiempo, ya que de la mano con la educación deportiva debe ir una política global de infrestructura e impulso al deporte en general, que decante algún día, en un especáctulo de mejor factura en el caso del fútbol criollo. Hay visos de que las cosas puedan cambiar, pero demasiado tenues como creer que pueda ser cierto en el mediano plazo.
 
sub20black.jpg Sin embargo, cuando vi a los Sub-20 -una rara especie de generación espontánea de ganadores- entrar a la cancha, y escuché por la transmisión internacional a Fernando Niembro y Mariano Gloss hablar de la evidente ansiedad chilena, de la previa de insultos y soberbia en camarines, de que la noche anterior ellos vieron en el mismo hotel como se paseaban hasta altas horas de la madrugada los jugadores nacionales, chateando hasta tarde y recibendo en el lobby del hotel a cuanto familiar y chileno residente había presente hasta que se cansaron, en contraste con la selección Argentina, la cual estaba por mandato técnico aislada de toda desconentración, sólo pensando en el partido duro y decisivo que venía con Chile. Focalizados, tranquilos, sin más adrenalina que la que el deporte de alta competencia manda, ahí empecé a entender que nuevamente asomaba la conducta amateur que le quita los gramos al kilo del éxito en el deporte nacional.
 
¿Y es que todos somos generales después de la guerra? Quizás, pero en el canal de cable lo adelantaron todo, ante mi molestia escuchaba como una provocación antes de comenzar el partido los comentarios que hacían ver la importancia de concentrarse, pensar, reflexionar, no contaminarse con chovinismos baratos ni nacionalismos escarbados entre rivales que bien pueden buscar todo tipo de pasiones... sino podías hacerte expulsar tontamente, dejar espacios en al defensa, y tal cual. Al otro lado, el sello del trabajo serio en el momento decisivo –al que están acostumbrados- los de Hugo Tocalli.
 
Ahí comencé a intuir que lo que en mis peores momentos imaginé y quise rápidamente borrar se me venía encima como una muralla. Los jugadores nerviosos, la defensa vacilante cuando jamás habían dado un espacio en el torneo, dos remates directos por la misma banda y un par de centros yyyyy... el tercer remate fue adentro. Un par de minutos después la expulsión, luego la ilusión era como una vela con una gran llama que la derretía rápidamente y la cera corría tal como me desvanecía interiormente. Los comentarios en FOX Sports eran lapidarios, eran exultantes en epítetos negativos en contra del equipo chileno y su manera de abordar el encuentro, y al final ante la evidencia terminé coincidiendo en algunas cosas con ellos, más allá de la forma grotesca en que lo expresaban.
 
Añoré toda la transmisión como nunca escuchar a Carcuro y Solabarrieta (TVN tiene los derechos de transmisión del Mundial de Canadá sólo en territorio chileno), al Sapito, al querido JM, inclusive habría preferido a los somnolientos Icela y Tito Foulloux. Ni el arbitraje insulzo, ni las groseras exageraciones y simulaciones albicelestes, justificaban la derrota. Lo que asomó fue la inmadurez, la ansiedad descontrolada, la falta de profesionalismo de un cuerpo técnico que no previó lo que los chicos si anunciaron y una Federación de Fútbol, que jamás pensó en ser campeona del Mundo.
 
vidagoski y otro- nokolakki.jpg Las cosas como son: Sulantay un gran técnico y ha hecho un trabajo formidable, excelente, gran manejo de grupo y muy buen técnico, pero para ser 3º lugar del mundo, para ser el mejor del orbe no estaba, el partido lo perdió Chile en el camarín, en la ANFP, en resumen, en las sábanas almidonadas de nuestra historia de derrotas con gusto a triunfos morales. La palabra Campeón sólo estaba como nunca en la mente de esta extraña raza de héroes, los talentosos, los muchachos que quieren -y que si se corrigen algunas cosas- cambiar la historia pronto, y quienes nos acercan a la élite mundial del fútbol. Los técnicos quizás sólo deseaban pasar a la segunda ronda y cumplir, entonces me imagino que antes del mundial ningún profesional les habló de como se enfrenta una concentración decisiva para un Argentina-Chile en semifinales de un Mundial, sabiendo que por la forma de las llaves sería el rival más lógico. Pero como reyes de la improvisación nadie hizo en forma seria el cálculo y ningún psicólogo deportivo iba en el staff técnico para apoyarlos en estas instancias, donde debían tener cabeza fría, estar tranquilos y evitar por ejemplo que a 24 horas del partido los móviles de asquerosos programas de farándula, con pseudomodelos caza futbolistas en vivo los ensuciaran de vanidad y los sacaran de la vereda del éxito total y evitar tener comenzado el partido un gol en contra y un hombre menos.
 
Esas cosas, para la selección de Tocalli eran impensadas, los días previos no vi en la TV Argentina a ningún seleccionado hablar, excepto para los canales o periodistas de fútbol. Se acostaban temprano, sin chat, sin palmoteadas en la espalda cada 30 segundos, sin extrañar más de la cuenta el mate y la muzzarella. La Federación y el cuerpo técnico albiceleste iban preparados mentalmente para llegar a la final, y si no llegaban no había tragedia Griega tampoco. Para Arturo Vidal por ejemplo, quien sí iba mentalizado como muchos jugadores chilenos para pelear el cupo a la final sin que ningún adulto les creyera, el partido era lo más parecido a la Guerra del Pacífico, y llegaron sin más herramientas que sus dotes futbolísticas pero con un déficit de temple en el alma. Quizás nadie lo pudo hacer entender de manera profesional otra cosa, y nadie pudo canalizar su incontenible anhelo de triunfo que se volcó en niñerías varias y en pleitos con cada jugador rival, sólo por suerte no lo expulsaron más su influencia negativa y su nerviosismo en la cancha contagió con su liderazgo al resto del grupo.
 
Sólo como un dato de la causa, debo decir a modo de opinión personal que sus aparatosos peinados, lejos de parecerme una gracia o un acto de inofensiva estética juvenil, me daba la idea de un grupo al que le comenzaba a quedar grande el duelo en el momento crucial. Al parecer lo psicológico comenzó a jugar mucho antes, las luces, trenzas, teñidos y vizos parecían hablar de un estrellato en ciernes, demasiado rápido para el humilde muchacho de población que aún no tiene un contrato como profesional, o que acaba de ganar su primer millón. Los esperaban el móvil del "matinal", el de "MQH", el móvil de "AR", el de "Pasiones", la revista juvenil "X"... y el caballo que corría favorito días antes, a pocas horas del partido perdía ya, como en el tango, por una cabeza. Y de lo anterior nadie se hizo jamás responsable

Continuará...

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